La suba de los precios de los productos básicos podría prolongar las presiones inflacionarias
CIUDAD DE WASHINGTON, 26 de octubre de 2022. Según la edición más reciente del informe Commodity Markets Outlook (Perspectivas de los mercados de productos básicos) del Banco Mundial, la disminución del valor de las monedas de la mayoría de las economías en desarrollo está incrementando los precios de los alimentos y los combustibles, lo que podría profundizar las crisis alimentaria y energética que muchas de esas economías ya enfrentan.
En el informe se señala que los precios en dólares estadounidenses de la mayoría de los productos básicos han disminuido, tras haber alcanzado sus niveles máximos recientemente, en medio de preocupaciones por una inminente recesión mundial. Desde la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022 hasta fines del mes pasado, el precio del petróleo crudo Brent en dólares estadounidenses cayó casi un 6 %. Sin embargo, debido a la depreciación monetaria, en casi el 60 % de los mercados emergentes y las economías en desarrollo que importan petróleo aumentaron los precios del petróleo en moneda nacional durante ese período. Asimismo,
Los elevados precios de los productos básicos energéticos que sirven de insumos para la producción agrícola han venido impulsando el alza de los precios de los alimentos. Durante los primeros tres trimestres de 2022, la inflación de los precios de los alimentos en Asia meridional superó, en promedio, el 20 %. Asia oriental y el Pacífico es la única región donde la inflación de los precios de los alimentos se ha mantenido baja, en parte debido a que, en términos generales, los precios del arroz, el principal alimento básico, se han mantenido estables.
“Si bien los precios de muchos productos básicos ya no están en sus valores máximos, siguen siendo altos en comparación con el nivel promedio registrado en los últimos cinco años”, declaró Pablo Saavedra, vicepresidente de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial. “Una nueva alza de los precios internacionales de los alimentos podría prolongar los desafíos asociados a la inseguridad alimentaria en los países en desarrollo. Es necesario aplicar diversas políticas que promuevan la oferta, faciliten la distribución y respalden los ingresos reales”.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, los precios de la energía han sido bastante volátiles, pero actualmente se espera que disminuyan. Tras aumentar alrededor de un 60 % en 2022, disminuirán un 11 % en 2023. A pesar de esta moderación, el próximo año seguirán siendo un 75 % más elevados que el promedio de los últimos cinco años.
Los precios del gas natural y del carbón disminuirán con respecto a los máximos históricos registrados en 2022. Sin embargo, se espera que para 2024 los precios del carbón australiano y del gas natural de Estados Unidos dupliquen el promedio de los últimos cinco años, y que los precios del gas natural en Europa sean casi cuatro veces más altos. Según las previsiones, la producción de carbón aumentará significativamente a medida que varios de los principales exportadores impulsen la producción, poniendo en riesgo los objetivos relacionados con el cambio climático.
“En muchos países, la combinación de precios elevados de los productos básicos y persistentes depreciaciones monetarias se traduce en un aumento de la inflación”, señaló Ayhan Kose, economista en jefe de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones y director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, que elabora el informe Commodity Markets Outlook. “Los responsables de formular políticas en los mercados emergentes y las economías en desarrollo tienen escaso margen para gestionar el ciclo de inflación mundial más pronunciado de las últimas décadas. Deben calibrar con sumo cuidado las políticas monetarias y fiscales, comunicar claramente sus planes y prepararse para un período de volatilidad aún mayor en los mercados financieros y de productos básicos mundiales”.
Aunque en el tercer trimestre de 2022 los precios del trigo cayeron casi un 20 %, siguen siendo un 24 % más altos que hace un año. La caída de los precios agrícolas prevista para 2023 refleja un cultivo mundial de trigo mejor que el proyectado, un suministro estable en el mercado del arroz y la reanudación de las exportaciones de cereales de Ucrania. Se prevé que en 2023 los precios de los metales disminuirán un 15 %, en gran parte debido al menor crecimiento mundial y al temor de que la economía china se desacelere.
Las perspectivas de los precios de los productos básicos están sujetas a muchos riesgos. Los mercados de energía se enfrentan a importantes preocupaciones relacionadas con la oferta, dado que en Europa se intensificarán las inquietudes sobre la disponibilidad de energía durante el próximo invierno. El aumento mayor a lo esperado de los precios de la energía podría repercutir en otros tipos de precios, sobre todo el de los alimentos, lo que prolongaría los desafíos asociados a la inseguridad alimentaria. La desaceleración más pronunciada del crecimiento mundial también plantea un riesgo clave, especialmente para los precios del petróleo crudo y los metales.
“El pronóstico de una disminución de los precios agrícolas está sujeta a una gran cantidad de riesgos”, manifestó John Baffes, economista superior del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial. “En primer lugar, las perturbaciones que afectan las exportaciones de Ucrania o Rusia podrían interrumpir nuevamente el suministro mundial de cereales. En segundo lugar, los aumentos adicionales de los precios de la energía podrían ejercer una presión al alza sobre los precios de los cereales y los aceites comestibles. En tercer lugar, los patrones meteorológicos adversos pueden reducir los rendimientos; es probable que 2023 sea el tercer año consecutivo de La Niña, lo que podría reducir el rendimiento de cultivos clave en América del Sur y África meridional”.
Las preocupaciones acerca de una posible recesión mundial el próximo año ya han contribuido a una abrupta caída de los precios del cobre y el aluminio. En la sección del informe dedicada a un tema destacado se examinan los factores que impulsan los precios del aluminio y el cobre, y se analizan las consecuencias para los mercados emergentes y las economías en desarrollo que exportan estos productos básicos. Es probable que, mientras se lleve a cabo la transición energética y la demanda se desplace de los combustibles fósiles a las fuentes de energía renovable, los precios sigan siendo volátiles, lo que beneficiará a algunos productores de metales. En el informe se destaca que los exportadores de metales pueden aprovechar al máximo las consiguientes oportunidades de crecimiento a mediano plazo y, al mismo tiempo, limitar el impacto de la volatilidad de los precios, para lo cual es necesario contar con marcos de política fiscal y monetaria bien diseñados.