Desde hace casi dos meses se protagonizan en Perú constantes manifestaciones y la indignación popular no se debilita.
Luego de los sucesos del 7 de diciembre pasado, con la detención del hasta entonces presidente Pedro Castillo, y su posterior substitución por la vicepresidenta Dina Boluarte, el país sudamericano parece ingobernable. El muy fragilizado poder ejecutivo no controla la situación interna y la protesta ciudadana sostiene reivindicaciones muy precisas.
“Exigimos la destitución de Dina Boluarte; la libertad del presidente Castillo; el cierre del Congreso; la instalación de una Asamblea Constituyente; que se levante el estado de emergencia y que se haga justicia para los más de 60 héroes de nuestro pueblo asesinados en estas últimas semanas”. Con voz enérgica, Lourdes Huanca, dirigente campesina y feminista peruana –tal como se define en su presentación– resume las exigencias que enarbolan importantes sectores sociales de su país.
Huanca llegó a mitad de enero a Europa para informar sobre la situación peruana. En Bruselas, tuvo diversos contactos con diputados europeos. En Madrid, encuentros con referentes políticos y sociales de primer nivel. En Suiza, con idas y vueltas de Ginebra (Naciones Unidas) a Berna, para encontrarse con personalidades internacionales, parlamentarios helvéticos y representantes del Ministerio de Relaciones Exteriores. En Berlín, nuevos contactos con personalidades.
Su gira europea continúa en lo que parece una maratón infatigable. Junto con su agenda “oficial”, siempre, la otra, no menos importante para Huanca: intercambios con asociaciones, sindicatos, ONG y medios de prensa. Así como plantones, movilizaciones e incontables encuentros con los actores y las actoras del movimiento de solidaridad.
Durante su presencia en Europa nunca se la ve sola: siempre arropada por latinoamericanas-os y europeas-os solidarias-os, que sin distinción de nacionalidad afirman que, hoy, “todas y todos somos peruanos”. Y Huanca precisa: no se debe parar con la solidaridad; no hay que resignar la presión internacional; es importante informar, permanentemente, sobre los hechos; movilizarse; escribir cartas a las autoridades y promover comisiones internacionales de investigación y encuesta que viajen rápidamente a Perú para comprobar las violaciones constantes de los derechos humanos.
Todo esto en un contexto muy particular: desde años no se vivía en esta parte del continente una movilización tan activa de la comunidad latinoamericana (y sectores europeos progresistas) asociándose, a la distancia, a la resistencia popular que se protagoniza en un país de América Latina.
“Nuestros pueblos originarios, nosotras, constatamos que tenemos hermanas y hermanos en todo el mundo. Puedo estar en Europa gracias al apoyo de esa hermandad. Nunca hubiera podido venir aquí si no fuera por ese sostén solidario”, explica la presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (FEMUCARINAP), que cuenta con 160 mil mujeres afiliadas.
Campesinas y feministas
“Organización pujante”, según su presidenta, que hoy cosecha lo que viene construyendo desde el día que se fundó, en 2006. Huanca agrega que, al poco tiempo de su existencia organizativa, “nos integramos a la CLOC- Vía Campesina”, un paso esencial por lo que dicha organización representa para el movimiento campesino mundial.
La FEMUCARINAP, explica Huanca, promueve dos tareas principales: el empoderamiento de la mujer a partir de la defensa y el respeto de su cuerpo como territorio propio, y su empoderamiento socio-político y cultural en tanto que campesina y feminista. Todo esto, sin olvidar la lucha por la soberanía alimentaria, es decir, para proteger la tierra, el agua así como las semillas propias.
La dirigente campesina peruana continúa su reflexión: “nuestras madres, nuestras abuelas, nos enseñaron todo lo de la tierra, a sembrar, a sobrevivir en el campo. Pero no nos pudieron enseñar cómo ser felices, a decidir si queremos tener uno o dos hijos, el derecho a enamorarnos. Eso, tan esencial, lo aprendimos de las feministas”. Y por eso, nuestra “esencia campesina y feminista van de la mano, son inseparables”. De esa misma identidad nace la convicción de FEMUCARINAP de participar activamente en la vida política y social peruanas. En la primera vuelta electoral de abril 2021, Huanca aclara que votaron por Verónika Mendoza, y que, en el segundo turno, en junio del mismo año, eligieron a Pedro Castillo, un maestro rural, y campesino, como ellas, que se enfrentó ya entonces a la derechista Keiko Fujimori, hija del dictador.
“Nos abrió las puertas”
Tan pronto como Castillo asumió como presidente, “nos abrió las puertas de su despacho para escuchar nuestras demandas y propuestas”, señala Huanca. “Era sorprendente: le escribíamos un mensaje por el celular diciendo que teníamos que hablar con él, y al instante nos respondía que coordináramos con su jefe de gabinete para organizar la reunión”. Una relación directa, horizontal, de enorme respeto hacia “los de abajo».
“No lo podíamos creer”, recuerda con emoción la dirigente campesina, a quien Castillo incluso le pidió que asumiera como ministra de la Mujer, propuesta que rechazó “porque quería seguir organizando y movilizando en las calles contra la derecha y, además, porque no quería ponerme mordazas si asumía una tarea ministerial. Mi rol era desde el llano. No quería renunciar a mis principios”.
El periodo de Castillo en el gobierno abrió un proceso muy rico y muy bueno que “nos permitió avanzar con muchas propuestas y logros concretos”, entre los cuales se cuenta el apoyo para las mujeres campesinas en el marco de la segunda reforma agraria y el ingreso gratuito a las universidades de las hijas y los hijos del campesinado pobre. Según Huanca, su organización promovió y apoyó más 54 propuestas de ley para asegurar mejoras sociales, las que contaron con el apoyo del presidente, pero que en su mayoría fueron obstaculizadas y archivadas en el parlamento.
Por otra parte, prosigue Huanca, la derecha y las grandes transnacionales se salieron de sí cuando el presidente Castillo anunció que tenía la intención de revisar las concesiones petroleras y mineras –algunas de las cuales terminan en 2023– teniendo en cuenta si habían respetado o no los derechos humanos y ambientales de las poblaciones locales. “Eso les enfureció. Nosotros, los pueblos originarios, podemos probar que, en muchos lugares de Perú, hoy la Madre Tierra está muy enferma, nuestras comunidades padecen a causa de esa explotación y nuestros hijos están enfermos, e incluso muchos tienen plomo en su sangre”, explicó Huanca.
Quien resume las muchas trabas a la gobernabilidad que debió enfrentar la gestión del presidente Castillo: En todo ese año y medio, la derecha y el poder oligárquico tradicional no lo dejó gobernar; hubo varios intentos para licenciarlo (suspenderlo) por supuesta incapacidad; lo subestimaron, lo minimizaron constantemente… “Y cada ataque que él sufría lo sentíamos en carne propia, era como que también nos agredían a nosotras».
Resistencia en la calle
A la luz de la larga historia de lucha que los movimientos sociales viven desde décadas y durante la presidencia de Castillo, “¿cómo no íbamos a salir a las calles cuando lo secuestraron y lo detuvieron el 7 de diciembre?”, se interroga la referente feminista. Tras el ataque y detención del presidente se dio la traición de su vicepresidenta, Dina Boluarte, a quien “habíamos elegido en la misma fórmula, con nuestros votos”, explica Huanca. Y enfatiza: “muchas veces nos había dicho que, si tocaban al presidente, ella [Boluarte] se sumaría al pueblo para movilizarse y defenderlo, pero no fue así. Se pasó al otro lado, se fue con la derecha. Pura traición. Hoy tiene un discurso de diálogo y de pacificación, pero manda asesinar a nuestros hijos”.
“Imposible, por lo tanto, ir a dialogar con alguien que está masacrando al pueblo”, argumenta la líder campesina. La pausa, la voz entrecortada por la emoción, así como alguna lágrima y la realidad que tiene ya rostro de sentencia: “Son más de 60 las mujeres y los hombres asesinados en distintas partes del país, la mayoría, jóvenes, producto de la represión brutal que no cesa y aumenta cada día más. Si quieren masacrarnos que lo intenten… Encontrarán enfrente todo un pueblo con pecho abierto que no va a dejar de movilizarse hasta que logre justicia y asegure que sus reivindicaciones sean escuchadas.
“¿Frenar ahora nuestra resistencia? Inimaginable”, concluye Huanca. “Le estaríamos heredando el dolor a nuestros hijos y nietos, que seguirían sufriendo porque nosotras, hoy, habríamos renunciado a nuestra lucha”.
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