03 septiembre 2022

El G7 acuerda fijar un precio tope al petróleo ruso: ¿qué consecuencias tendrá la medida?

Por: RT: 

Pronosticaron en julio que el barril odría alcanzar unos 380 dólares en caso de materializarse las limitaciones al precio del crudo.
El G7 acuerda fijar un precio tope al petróleo ruso: ¿qué consecuencias tendrá la medida?

Los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete (G7), formado por EE.UU., el Reino Unido, Alemania, Italia, Canadá y Japón, acordaron este viernes establecer un tope a los precios del petróleo ruso. 

En su declaración conjunta, se precisa que prohibirán por completo los servicios que garantizan el transporte marítimo de crudo ruso y de productos petrolíferos a nivel global si se venden a un precio mayor del límite determinado "por la amplia coalición de países". 

De momento, no ha trascendido una cifra concreta a nivel oficial y solo se precisó que el tope inicial se basará en "una serie de aportaciones técnicas", al tiempo que se aclaró que podría ser revisado en el futuro. La agencia Bloomberg reportó en julio, citando fuentes conocedoras del asunto, que Washington y sus aliados han examinado introducir un tope de entre 40 y 60 dólares por barril.

Desde Moscú se ha dejado claro que no suministrarán petróleo a países que se adhieren a la medida y que lo dirigirán a "destinos alternativos". 

Mientras, los ejecutivos de la industria petrolera y algunos funcionarios gubernamentales del G7 se mostraron escépticos sobre el futuro funcionamiento del mecanismo y acerca de si habrá suficiente países que decidan adoptarlo, señala el diario británico The Financial Times

"Sólo funciona si se organiza globalmente. No puedes hacerlo unilateralmente, sino en estrecha colaboración con muchos otros. De lo contrario, quedará en nada", manifestó el canciller alemán, Olaf Scholz, el mes pasado. 

Postura de Arabia Saudita

Desde Arabia Saudita, una de las naciones clave en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+) ya alertaron que el cartel podría tener que bajar la producción si los precios permanecen "volátiles". Asimismo, a Riad le preocupa que en Occidente subestimen el impacto del endurecimiento de las sanciones contra los suministros petrolíferos rusos. 

En particular, el reino teme que a los países de la OPEP+, que se reunirán el lunes para abordar los volúmenes de producción en los próximos meses, les resulte difícil suplir una posible caída de producción en Rusia, dado que las capacidades de reserva son limitadas, reseña el medio. 

Preocupaciones de aseguradoras

Aunque la iniciativa no presupone la prohibición completa de prestación de seguros, las empresas del sector también expresaron en privado su preocupación sobre el uso de coberturas como herramienta para asegurar el funcionamiento del tope, señala el periódico. Así, el temor a que se produzcan posibles violaciones de las condiciones del acuerdo podría llevar a que las aseguradoras compensen en exceso y retiren los seguros de una amplia gama de embarcaciones. 

Un alto ejecutivo del mercado de seguros Lloyd's of London aseveró el viernes que las compañías de seguros pedirán a los dueños de los barcos de carga que cumplan con las estipulaciones de la medida del G7. "Si es una empresa que no cumple con el tope, no podrá contratar un seguro", dijo bajo condiciones de anonimato.

Otro informante de Lloyd's of London instó a reconocer que las aseguradoras "no están cerca del precio al que se comercializa el crudo". "La gente simplemente no [ofrecería un seguro], porque estaría demasiado preocupada", apuntó la fuente, alegando a que las empresas de seguro esperarían de los comerciantes petrolíferos que se comprometan a cumplir con el tope. 

"Una idea ridícula"

El codirector del Instituto para el Análisis de Seguridad Global, Gal Luft, afirmó en declaraciones a la cadena CNBC que el acuerdo alcanzado por el G7 es "una idea ridícula" que podría ser contraproducente para el propio grupo. El experto compara el plan con ir a la tienda y pedir al vendedor que acepte menos dinero que el precio indicado. "Así no funciona el mercado del petróleo. Es un mercado muy sofisticado, no puedes forzar los precios a la baja", señala.

En esta línea, recalca que no se puede "engañar" a las leyes de la oferta y la demanda cuando se trata de un producto fungible, es decir, intercambiable. "Aquellos europeos y estadounidenses que hablan de 40 dólares por barril, lo que van a tener es 140 dólares por barril", advierte. 

Cabe recordar que los analistas del conglomerado financiero JP Morgan Chase & Co pronosticaron el pasado mes de julio que los precios mundiales podrían alcanzar unos 380 dólares por barril en el caso de que se materializaran los topes al precio.

Nuevos mercados y efectos adversos para Occidente

Por su parte, el analista de la compañía rusa en servicios financieros Gueorgui Svirin opina en declaraciones al diario Izvestia que Rusia encontraría nuevos compradores en Asia. "Hay que entender que tras sacar el petróleo ruso de Europa, los precios por barril podrían dispararse muy rápido y todo el descuento [respecto a la marca Brent] se compensará con el aumento del coste del barril", pronostica. 

Según Svirin, la situación económica en Europa no mejorará ni tan siquiera con la llegada del crudo iraní a los mercados energéticos, ya que Teherán figuraría entre las naciones que no apoyarían la introducción del tope, estima.  

¿Se sumarán otros países?

Mientras, la directora de la consultoría jurídica CM Grace Consulting Ekaterina Orlova estima en declaraciones al periódico Kommersant que al G7 le resultará difícil alcanzar el consenso y asegurar que naciones como China, la India, Pakistán o los países africanos se adhieran a la iniciativa. 

La analista María Belova, de la asesoría Vygon Consulting, considera que la materialización de un límite al precio del crudo ruso es poco probable. Según ella, la medida, al igual que el embargo paulatino anunciado anteriormente por la UE, se aplicará a los suministros marítimos y más bien parece ser "un intento político de salvar la cara" en el caso de que el embargo no funcione. En este sentido, indicó que el mercado "no cree seriamente" en la aplicación del tope, lo que evidencian los cambios no significativos del precio de Brent en

Vídeo: Piloto sobrevuela Misisipi y amenaza con estrellar su avión

Por: Hispan Tv

Policía evacua varias tiendas en la ciudad de Misisipi (EE.UU.) tras recibir el aviso de un piloto que amenaza estrellar una avioneta contra un complejo de Walmart.




Las primeras informaciones indican que el piloto de la pequeña aeronave Beech C90A de 1987 es un empleado del Aeropuerto Regional de Tupelo, la ciudad más grande de Misisipi, que ha tomado este sábado el avión en la terminal aérea y ha estado volando durante más de tres horas.

Tanto el centro comercial como los alrededores han sido evacuados rápidamente, indica el Departamento de Policía de Tupelo.

La Policía dice haber contactado con el piloto directamente y ha advertido a la población que traten de evitar el área porque “el peligro es muy grande”.


Para lo que quedaste Toby Valderrama

Por: Mario Silva 

Fue el odio

Por: Ezequiel Ipar

El intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Kirchner es el “acontecimiento de violencia política más previsible de la historia argentina”. Esto podía pasar, analiza Ezequiel Ipar, porque una red de ideología, medios y tecnologías de comunicación preparaba algo así. Decían: las palabras que apelan a la destrucción del adversario político no importan. Las palabras sí importan y hoy explican esta secuencia trágica.

A pesar de la consternación que genera el intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner estamos ante la certeza de que se trata del acontecimiento de violencia política más previsible y explicable de la historia reciente. Esto que finalmente se materializa con brutalidad, que observamos en la crudeza registrada en la imagen del arma de fuego lanzada sobre una de las principales dirigentes del país, responde y se explica por un proceso social, político-ideológico y mediático muy claro y muy preciso. En la historia inmediata tenemos el hostigamiento y la persecución en el proceso judicial del fiscal reproducida por los medios de comunicación. Si a eso se le agregan las declaraciones desafortunadas de dirigentes políticos, los pedidos de pena de muerte, más la serie de acontecimientos que se vienen sucediendo sólo en el último año, hay un primer registro que explica por sí solo esa fotografía trágica.

Luego, hay que reponer el circuito para alentar los discursos de odio contra los políticos que trazan las redes sociales, los medios de comunicación, influencers políticos y los movimientos de estetización de la violencia en las calles. En este caso es contra una determinada orientación pero en realidad es contra la vida política democrática en general. Esto emergió. Pasó por este circuito en donde se supone que las palabras no hacen nada y terminó en un hecho político gravísimo, comparable con acontecimientos como la violencia política que culminó con la toma del Capitolio en los Estados Unidos, la radicalización de grupos de derecha en Europa o las múltiples manifestaciones de violencia política en el Brasil de Bolsonaro. Esto podía pasar porque esa red de ideología, medios y tecnologías de comunicación estaban preparando, ni siquiera silenciosamente, este tipo de acontecimientos. El contexto político-ideológico marcado por una creciente intolerancia y el autoritarismo político merece de modo urgente nuestra atención. 

El atentado se explica por la creciente intolerancia y autoritarismo político.

En el transcurso de este último año se acumularon declaraciones y posicionamientos que componen el sistema dentro del que hay que pensar este hecho: las declaraciones explícitas del magistrado Rosenkrantz mediante las que descalifica la doctrina de uno de los principales partidos políticos del país, la profundización del sesgo en la persecución y la condena que hace el sistema judicial contra funcionarios y ex-funcionarios políticos (frente a los mismos hechos castiga sistemáticamente a unos y exculpa siempre a los otros), la desproporción entre los crímenes que se imputan y las penas que se proponen (con la pena de muerte siempre como acicate fundamental), la negación de la igualdad de las inteligencias para razonar públicamente, la normalización en los medios de comunicación de mensajes que abiertamente propician y justifican la desaparición de un partido político, la creciente estetización de la violencia en las redes sociales que discuten cuestiones políticas y, last but not least, las declaraciones de importantes dirigentes políticos, en algunos casos parlamentarios y líderes de fuerzas políticas, que plantean la disputa bajo la lógica anti-democrática del “ellos o nosotros”. 

En todos estos casos se apela a una supuesta racionalidad de los pronunciamientos y las declaraciones públicas que justifican este tipo de destrucción masiva del adversario político, cuestión que no deja de generar efectos paradójicos en las identidades y las ideologías.

Este hecho es comparable con la violencia política que culminó con la toma del Capitolio en los Estados Unidos, la radicalización de grupos de derecha en Europa o las manifestaciones en el Brasil de Bolsonaro.

Estos pronunciamientos creen que siguen criterios elementales de racionalidad cuando llegan al punto de justificar la exclusión o directamente la violencia política. Racionalidad que aparece siempre como respuesta, como reacción defensiva frente a una amenaza: “como ellos son violentos no nos queda otra alternativa que no sea la violencia”, “como hacen demandas infinitas de imposible cumplimiento no nos queda más que excluirlos”, “como critican la verdad de nuestras ideas sólo podemos asumirlos como incapaces para pensar por sí mismos”. 

La distancia entre lo que devuelve el espejo en el que los ciudadanos se reconocen y las prácticas sociales en las que efectivamente desarrollan su vida social es algo que afecta y fisura desde dentro a todas las posiciones ideológicas. Pero estamos frente a algo diferente cuando un juez de la corte suprema hace una proclama en la que se convoca al filósofo liberal Rawls para luego terminar condenando con retórica jurídica a la doctrina comprensiva de un partido por el mero hecho de que pretenda alojar derechos sociales dentro de la constitución de un Estado racional. Lo mismo vale para el supuesto liberalismo del legislador que vocifera como praxis política recomendada la consigna “ellos o nosotros”. También para los funcionarios que se apresuran a identificar la crítica pública de decisiones políticas o jurídicas con un acto de incitación a la violencia. 

Las declaraciones que justifican este tipo de destrucción masiva del adversario político generan efectos paradójicos en las identidades y las ideologías.

Si se afirma que criticar en el espacio público las decisiones de un juez o de un funcionario es un acto de violencia y una irracionalidad política que el Estado tendría que sancionar, entonces lo que se propone es que todas las decisiones importantes del Estado, sobre todo las que tienen que resolver conflictos, deben tomarse dentro de un espacio cerrado y ser aceptadas en silencio. Pero ese modelo de gestión del capitalismo -porque en buena medida de eso trata la cuestión de fondo- no guarda relación con los principios de las democracias liberales. Más bien se parece al fundamento cotidiano de los Estados autoritarios y de los partidos políticos iliberales. Este es el juego de espejos invertidos en el que los partidos de derecha en Argentina sucumben y hoy les impide terminar de asumir su compromiso con una democracia pluralista basada en la protección de los derechos humanos.  

Toda esta movilización de fantasías autoritarias no sólo deteriora la calidad de la democracia sino que explican la secuencia trágica que vimos una y otra vez esta noche imposible de olvidar. 

Ezequiel Ipar. Sociólogo (UBA), Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Doctor en Filosofía por la Universidad de Sao Paulo (USP). Es Investigador del CONICET y profesor en el área de teoría sociológica en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Fuente: https://www.revistaanfibia.com/atentado-a-cristina-fernandez-de-kirchner-fue-el-odio/

Las elecciones más importantes de las Américas se celebran en Brasil

Por Vijay Prashad

Fuentes: Globetrotter / Counterpunch [Imagen: El ex presidente brasileño y candidato presidencial Lula da Silva. Créditos: Ricardo Stuckert/PR – Agência Brasil]

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

El expresidente brasileño Luíz Inácio Lula da Silva (conocido como Lula) estuvo en el escenario del Memorial de América Latina en São Paulo. Fue el 22 de agosto de 2022, y participaba en la presentación de un libro con fotografías de Ricardo Stuckert sobre sus viajes por el mundo cuando era presidente de Brasil de 2003 a 2010. Lula es un hombre con mucha energía. En Sao Paulo contó una historia de cuando estuvo en Irán con su ministro de Asuntos Exteriores, Celso Amorim, en 2010, intentando mediar y poner fin al conflicto impuesto por Estados Unidos sobre la política energética nuclear de Irán. Lula consiguió en 2010 un acuerdo nuclear que habría evitado la actual campaña de presión que Washington lleva a cabo contra Teherán. Había alivio en el aire. Entonces, dijo Lula, «Obama meó fuera del tiesto». Según Lula, el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, no aceptó el acuerdo y echó por tierra el duro trabajo del dirigente brasileño para que todas las partes llegaran a un acuerdo.

Esa anécdota pone de manifiesto dos puntos importantes: Lula fue capaz de aprovechar el papel de Brasil en América Latina ofreciendo su liderazgo en el lejano Irán durante su anterior mandato como presidente, y no tiene miedo de expresar su antipatía por el modo en que Estados Unidos está echando por tierra la posibilidad de paz y progreso en todo el mundo por sus propios y estrechos intereses.

El lanzamiento del libro tuvo lugar durante la campaña de Lula a la presidencia contra el actual titular, Jair Bolsonaro, profundamente impopular. Lula lidera las encuestas de cara a la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil, que se celebrarán el 2 de octubre.

Fernando Haddad[1], que fue rival de Bolsonaro en 2018 y perdió tras recibir menos del 45% de los votos, me dijo que esta elección sigue siendo «arriesgada». Puede que las encuestas muestren que Lula va en cabeza, pero Bolsonaro es conocido por jugar sucio con tal de asegurar la victoria. La extrema derecha en Brasil, como la extrema derecha en muchos otros países, se muestra feroz a la hora de disputar el poder del Estado. Bolsonaro, dijo Haddad, está dispuesto a mentir abiertamente, diciendo cosas ofensivas a los medios de comunicación de extrema derecha para luego, cuando es cuestionado por los medios de comunicación convencionales, fingir ignorancia. Las “fake news” parecen ser su mejor defensa cada vez que es atacado. La izquierda es mucho más sincera en su discurso político; los izquierdistas no están dispuestos a mentir y están ansiosos por llevar los temas del hambre y el desempleo, la desesperación social y el avance social al centro del debate político. Pero hay menos interés en estos temas y menos ruido sobre ellos en un panorama mediático que se nutre de la teatralidad de Bolsonaro y sus seguidores. La vieja derecha tradicional está tan sobrepasada como la extrema derecha en Brasil, un espacio que ahora está comandado por Bolsonaro (la vieja derecha tradicional, los hombres de traje oscuro que tomaban las decisiones entre puros y cachaça, son incapaces de suplantar a Bolsonaro).

Tanto Bolsonaro como Lula se enfrentan a un electorado que los ama o los odia. Hay poco espacio para la ambigüedad en esta carrera. Bolsonaro no sólo representa a la extrema derecha, cuyas opiniones defiende abiertamente, sino también a amplios sectores de la clase media, cuyas aspiraciones de riqueza permanecen en gran medida intactas a pesar de que su situación económica se ha deteriorado en la última década. El contraste entre el comportamiento de Bolsonaro y Lula durante sus respectivas campañas presidenciales ha sido muy marcado: Bolsonaro es grosero y vulgar, mientras que Lula es refinado y presidencial. Si Lula gana, es probable que obtenga más votos de los que odian a Bolsonaro que de los que lo aman a él.

La expresidenta brasileña Dilma Rousseff hace una reflexión sobre lo que ocurrirá. Según me dijo, es probable que Lula se imponga en las elecciones porque el país está harto de Bolsonaro. Su horrible gestión de la pandemia del COVID-19 y el deterioro de la situación económica del país le señalan como un gestor ineficiente del Estado brasileño. Pero Rousseff señaló asimismo que, aproximadamente un mes antes de las elecciones, el gobierno de Bolsonaro -y los gobiernos regionales- han puesto en marcha políticas que han comenzado a aligerar la carga de la clase media, como la eliminación de los impuestos sobre la gasolina. Estas políticas podrían llevar a algunas personas a votar por Bolsonaro, aunque eso no sea muy probable. Para la izquierda, la situación política en Brasil sigue siendo frágil, pues los principales bloques de la derecha (la agroindustria, la religión y los militares) están dispuestos a utilizar cualquier medio para mantener su control del poder; fue esta coalición de derecha la que llevó a cabo un «golpe legislativo» contra Rousseff en 2016 y utilizó el «lawfare«, la judicialización de la política, contra Lula en 2018 para evitar que se presentara contra Bolsonaro. Estas frases (golpe legislativo y lawfare) forman ya parte del vocabulario de la izquierda brasileña, que entiende claramente que el bloque de la derecha (lo que se llama centrão) no dejará de perseguir sus intereses si se siente amenazado.

João Paulo Rodrigues, líder del Movimiento de los Sin Tierra (MST), es un importante asesor de la campaña de Lula. Él me contó que, en las elecciones presidenciales de 2002, Lula ganó contra el titular Fernando Henrique Cardoso por el inmenso odio que habían generado las políticas neoliberales impuestas por este. En aquel momento, la izquierda estaba fragmentada y desmoralizada. Sin embargo, el tiempo que Lula estuvo en la presidencia ayudó a la izquierda a movilizarse y organizarse, aunque incluso durante este periodo la atención popular se centró más en el propio Lula que en los bloques que componían la izquierda. Durante el encarcelamiento de Lula por cargos de corrupción, que la izquierda considera fraudulentos, se convirtió en una figura que unificó a la izquierda: Lula Livre, «Liberen a Lula», fue el eslogan unificador, y la letra L (de Lula) se convirtió en un símbolo (que sigue utilizándose en la actual campaña electoral).

Aunque en la carrera presidencial hay otros candidatos de la izquierda brasileña, para Rodrigues no hay duda de que Lula es el abanderado de la izquierda y la única esperanza para acabar con el liderazgo altamente divisivo y peligroso del presidente Bolsonaro. Uno de los mecanismos para construir la unidad de las fuerzas populares en torno a la campaña de Lula ha sido la creación de los Comités Populares, que han estado trabajando tanto para unificar a la izquierda como para crear un programa para el gobierno de Lula (que incluirá la reforma agraria y una política más sólida para las comunidades indígenas y afrobrasileñas).

Las condiciones internacionales para una tercera presidencia de Lula son providenciales, me dijo Rousseff. Un amplio abanico de gobiernos de centro-izquierda ha llegado al poder en América Latina (incluidos Chile y Colombia). Aunque no sean gobiernos socialistas, sí están comprometidos con la construcción de la soberanía de sus países y con la creación de una vida digna para sus ciudadanos. Brasil, el tercer país más grande de América (después de Canadá y Estados Unidos), puede desempeñar un papel de liderazgo en la orientación de esta nueva ola de gobiernos de izquierda en el hemisferio, dijo Rousseff. Haddad, por su parte, me dijo que Brasil debería liderar un nuevo proyecto regional, que incluirá la creación de una moneda regional (el sur) que no sólo pueda utilizarse para el comercio transfronterizo, sino también para guardar reservas. Haddad es actualmente candidato a gobernador de São Paulo, cuya principal ciudad es la capital financiera del país. En opinión de Haddad, una moneda regional de este tipo solucionará los conflictos en el hemisferio y creará nuevos vínculos comerciales que no tengan que depender de las largas cadenas de suministro desestabilizadas por la pandemia. «Si Dios quiere, crearemos una moneda común en América Latina, porque no debemos depender del dólar», dijo Lula en mayo de 2022.

Rousseff está deseando que Brasil vuelva a la escena mundial a través del bloque de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y ofrezca el tipo de liderazgo de izquierdas que Lula y ella habían dado a esa plataforma hace una década. El mundo, dijo Rousseff, necesita una plataforma de este tipo para brindar un liderazgo que no se base en las amenazas, las sanciones y la guerra. La anécdota de Lula sobre el acuerdo con Irán es reveladora, ya que demuestra que un país como Brasil, bajo el liderazgo de la izquierda, está más dispuesto a resolver conflictos que a exacerbarlos, como hizo Estados Unidos. Existe la esperanza, señaló Rousseff, de que una presidencia de Lula ofrezca un liderazgo sólido para un mundo que parece desmoronarse debido a innumerables desafíos, como la catástrofe climática, la guerra y la toxicidad social.

Nota del traductor

[1] Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores, fue ministro de educación entre 2005 y 2012, con Lula y con Dilma y, posteriormente, alcalde de Sao Paulo entre 2013 y 2017.

Este artículo ha sido producido por Globetrotter

Vijay Prashad es un historiador, periodista y editor indio. Redactor y corresponsal jefe de Globetrotter y editor de Tricontinental: Institute for Social Research. Ha publicado más de veinte libros, el último de ellos (con Noam Chomsky): The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan and the Fragility of US Power (New Press, August 2022).

Fuente: https://www.counterpunch.org/2022/09/01/the-most-important-election-in-the-americas-is-in-brazil/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor y del traductor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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