15 octubre 2021

Patricia Poleo le cae con todo al "Capo" de Monómeros

 Por Análisis Crítico

El precio del gas se dispara ''por culpa de Rusia'' (y luego se desinfla): ¿qué está pasando?

Por Inna Afinogenova

Ahí les va: El gas natural sube de precio, lo que afecta a millones de hogares y a la estabilidad de los mercados. ¿A qué se debe la subida y qué impacto puede tener en el panorama pospandemia?




Impresionante Vean como fluye la lava liquida del volcán !La Palma

Por: Análisis Critico  

Uno de nuestros equipos ha podido filmar hoy un verdadero "tsunami" de lava. Impresionante velocidad y desborde del canal lávico

Presidente Maduro en carta enviada al Rey de España exige respeto a pueblos originarios

Por: Análisis Critico

En el marco de una confrontación ideológica e histórica entre los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro y Andres Manuel López Obrador contra el rey Felipe VI  de España, por el caso de la restitución histórica del genocidio de los pueblos indígenas de nuestra América durante la denominada "Conquista Española" el presidente de Venezuela le envía una carta al rey español.


El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro Moros, compartió este jueves con el pueblo venezolano la carta enviada al Rey de España, Felipe VI, donde expresa el dolor histórico que los pueblos originarios sufrieron hace 529 años con la llegada de los conquistadores.

El Jefe de Estado en el documento oficial le exige respeto a la Corona española a la memoria de los ancestros de los pueblos indígenas que sufrieron las devastadoras consecuencias del proceso de colonización y conquista que arrasó con pueblos enteros y expolió las riquezas naturales de sus tierras.


Aprueban Proyecto Ley del Acuerdo entre Venezuela – Rusia sobre la cooperación en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre

Por: VTV

Los diputados de la Asamblea Nacional (AN) aprobaron en segunda discusión el Proyecto de Ley Aprobatoria del Acuerdo entre Venezuela y Rusia sobre la cooperación en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre para fines pacíficos.

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Así se dio a conocer este jueves durante la sesión ordinaria efectuada en el Palacio Federal Legislativo en Caracas, encabezada por el presidente de la AN, Jorge Rodríguez.

En su intervención, el diputado Ricardo Sánchez, manifestó que realizaron reuniones a la que asistieron los parlamentarios de la banca opositora y en dicho espacio, aprobaron por unanimidad el mencionado acuerdo.

Detalló que los acuerdos suscritos por la Nación bolivariana, con la Federación de Rusia, también con la República Popular China, La India entre otros países sobre el acuerdo del espacio ultraterrestre, “han siempre contado con la doctrina superior del presidente de la República, Nicolás Maduro, con la concepción de un mundo multipolar y sagrado de respeto”.

Mencionó que tales referencias están contempladas en “los principios constitucionales de territorialidad en el artículo 11 de nuestra Carta Magna. Cuando ocurren estos temas de ciencias, tecnología e innovación se debe entender que es parte del interés público, además también estamos desarrollando el artículo 110 del texto constitucional”.

“El Estado reconocerá el interés público de la ciencia, la tecnología, el conocimiento, la innovación y sus aplicaciones y los servicios de información necesarios por ser instrumentos fundamentales para el desarrollo económico, social y político del país, así como para la seguridad y soberanía nacional (…)”, reza parte del art. 110 de la Carta Magna. /WIL//MT

 

  • CONOZCA MÁS: AN aprueba en primera discusión Proyecto de Ley sobre Acuerdo Venezuela-Rusia para exploración y uso pacífico del espacio ultraterrestre (vtv.gob.ve)

Venezuela: E l complicado camino a las elecciones regionales de noviembre 2021

Por: Marcos Salgado 

Falta mes y medio para las elecciones para gobernadores y alcaldes en Venezuela, unas elecciones que tienen un condimento central.

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Imagen: Rebelión CLAE


Falta mes y medio para las elecciones para gobernadores y alcaldes en Venezuela, unas elecciones que tienen un condimento central: el regreso a las urnas de toda la oposición, incluída la que adoptó el esquema del “poder dual” diseñado en la Casa Blanca en Estados Unidos, con otro presidente y otro “poder ejecutivo” paralelo al que preside Nicolás Maduro. Ya se sabe que esta estrategia fracasó.

Ahora, a un mes y medio de la elección, todos los sectores siguen diciendo que participarán. La oposición, en principio, aparece dividida en dos sectores. Uno, el de Alianza Democrática, compuesto por los sectores que ya participaron en las presidenciales de 2018 y que tienen representación parlamentaria, pequeña, en la Asamblea Nacional, luego de las elecciones del año pasado. El otro sector va a las elecciones reeditando con el nombre de Mesa de la Unidad Democrática, y son los partidos o sectores de partidos que siguieron la estrategia destituyente de la Casa Blanca de cuatrienio Trump. 

Este sector se atribuye ser el más grande de la oposición, pero desde 2015, cuando se presentaron para la anterior elección parlamentaria y lograron importante mayoría. Pero hoy por hoy su incidencia real es un misterio, hablando en términos electorales.

El desafío de este sector es convencer a quienes prometieron una y otra vez que iban a salir ya de Nicolás Maduro y que la estrategia era “calle, calle y más calle”. Si pueden lograrlo o no, es un enigma que flota en el aire, y para el que nadie parece tener respuesta. 

En principio, este sector hasta ahora destituyente tiene en noviembre el desafío de superar al otro sector de la oposición, que ya viene participando en elecciones y tiene un piso de votación de unos 2 millones de votos. Después, deberán superar, o al menos competir, con el aparato organizativo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que ha demostrado ser una maquinaria electoral aceitada, con una piso de entre 4 y 5 millones de votos. 

Así, el único camino para los opositores duros para hacer un buen papel es convencer de que ahora sí hay que votar, a los mismos millones que hasta hace nada les decían que elecciones nada de nadas. Todo un desafío. 

Tal vez por eso ya hay quienes están tratando de frenar motores, y enturbiar un poco el ambiente. Empezando por la Unión Europea, que hace pocos días firmó un acuerdo técnico con el Consejo Nacional Electoral de Venezuela para participar como observadores en las elecciones. Pero días después fue Josep Borrell, el mismísimo “canciller” europeo el que violó este acuerdo, con unas declaraciones en las que no disimuló el apoyo a los opositores radicales y hasta dijo que las elecciones de noviembre serán legítimas solo si ellos, los europeos, determinan que lo fueron. 

¿Sigue dispuesto el gobierno venezolano a permitir una dizque “misión de observación” que puede ser el huevo de la serpiente si la parcializada UE decide decir que hubo fraude? Por ahora, hay un impasse, la autoridad electoral le reclamó a los europeos que aclaren las declaraciones de Borrell y se disculpen. El presidente de la Asamblea Nacional y jefe negociador por el gobierno declaró que si vienen en esa plan, mejor que no aterricen en Caracas. 

Mientras, este domingo que pasó en Venezuela se llevó a cabo con buena participación el tradicional “simulacro electoral” donde los electores pudieron ensayar su voto con la misma boleta electrónica que se utilizará en noviembre. Un noviembre que está cerca, pero parece lejos. 

Marcos Salgado. Periodista argentino del equipo fundador de Telesur, corersponsal de Hispantv en Venezuela. Editor de questiondigital.com, analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)        

Fuente: https://estrategia.la/2021/10/11/venezuela-el-complicado-camino-a-las-elecciones-de-noviembre/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.





La política del color: el racismo y el colorismo

Por Boaventura de Sousa Santos 

La piel es nuestra mayor barrera protectora natural. ¿Por qué el color de la piel tiene un significado social infinitamente mayor que el color de la pupila de los ojos?



Fuentes: Público (España) [Imagen: Manifestación en Madrid contra el fascismo, el racismo, el machismo y toda forma de discriminación. Créditos: EFE/Luca Piergiovanni, tomada de Público]


La piel es nuestra mayor barrera protectora natural. ¿Por qué el color de la piel tiene un significado social infinitamente mayor que el color de la pupila de los ojos?

Tanto en la tradición cristiana (incluido el secularismo en el que se prolongó) como en la tradición budista, la oscuridad y la claridad fueron metáforas conceptuales que pretendieron explicar el perfeccionamiento de la persona humana en sus relaciones con los poderes que la trascienden. Se refieren a movimientos del conocimiento y de la vida interior. La trayectoria de la oscuridad a la claridad está abierta a todos los seres humanos. Y, de hecho, la máxima claridad (por ejemplo, en presencia de la divinidad) puede convertirse en la máxima oscuridad, siendo ejemplo de ello el horror divino de George Bataille, o en el máximo el silencio del universo, en el caso de José Saramago.

Sin embargo, con la moderna expansión colonial europea, sobre todo a partir del siglo XVI, la oscuridad y la claridad se utilizaron progresivamente para distinguir entre seres humanos, para clasificarlos y jerarquizarlos. Fue entonces cuando la oscuridad y la claridad se movilizaron como factores identitarios, para definir los colores de la piel de los seres humanos, transfiriendo a esta definición significados antiguos. Si antes tales significados partían de la idea de la condición común de los humanos, a partir de entonces el color de la piel constituirá uno de los vectores fundamentales de la línea abisal que distingue a los humanos de los subhumanos, la distinción que subyace al racismo.

Una vez aplicado a la piel humana como factor determinante, el color pasó a designar características «naturales» que definen desde el principio los tránsitos sociales permitidos y prohibidos. Lo «natural» se convirtió en una construcción social concebida como un factor extrasocial de la legitimidad de la jerarquía social definida a partir de las metrópolis coloniales.  El «negro» se convirtió en «color», símbolo de lo negativo, y el «blanco», «la ausencia de color», en símbolo de lo positivo. Así surgió el racismo moderno, uno de los principales y más destructivos prejuicios de la modernidad eurocéntrica. Como bien analiza Francisco Bethencourt, el racismo, a pesar de no ser un rasgo exclusivo occidental, asumió con la expansión colonial europea un papel central en la clasificación jerárquica de las poblaciones (Racismos: das Cruzadas ao século XX, 2015).

A pesar de haber experimentado muchas mutaciones, el prejuicio racial ha mantenido una notable estabilidad. Por un lado, la inmensa diversidad de rasgos fisiológicos y tonos de color de piel no impiden que el prejuicio se adapte y se reconstituya incesantemente según los contextos, a veces pareciendo un residuo del pasado, a veces resurgiendo con renovada virulencia. Por otro lado, su naturaleza insidiosa se deriva de su «disponibilidad» para ser interiorizado por aquellos y aquellas que son víctimas de él, en cuyo caso unos y otras pasan a evaluar su existencia y su papel en la sociedad en función del canon de la jerarquía racial. Por último, la lógica racial del color se insinúa tan profundamente en la cultura y el lenguaje que está presente en contextos tan naturalizados que parecen no tener nada que ver con los prejuicios. Por ejemplo, en el espacio de la comunidad de países de lengua portuguesa (por lo menos en Brasil y en Portugal) los niños aprenden que el lápiz de color beige es el lápiz del color de la piel.

La primacía otorgada a la visión en el análisis eurocéntrico del mundo hace que el color de la piel sea una de las variaciones más visibles entre los humanos. Está relacionada con las respuestas a la radiación ultravioleta. La piel más oscura, con más melanina, protege a las poblaciones originarias de regiones cercanas al ecuador. Por tanto, en su origen es una respuesta físico-biológica al medio ambiente. ¿Cómo es que, si bien el origen de la humanidad se dio en regiones con mayor radiación ultravioleta, el color de la piel terminó convirtiéndose en un marcador de deshumanización? Fue un largo proceso histórico que, en algunos contextos, evolucionó para convertir la piel clara y la piel oscura en connotaciones de una rígida jerarquía social, lo que llamamos racismo y colorismo.

La percepción del color dejó de ser una característica física de la piel para convertirse en un marcador de poder y una construcción cultural. El siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX fueron la época del apogeo de la explicación científica de las diferencias raciales, de las que resultaba, lógicamente, la jerarquía social y la recomendación de no mestizaje, de la eugenesia, del apartheid y de la eliminación de lo que se consideraban razas inferiores (por ejemplo, Nancy Stepan, The Idea of Race in Science: Great Britain 1800-1960, 1982). El concepto de «under man» (subhumano) ganó popularidad con el libro del estadounidense Lothrop Stoddard, The Revolt Against Civilization: The Menace of the Under-Man, publicado en 1922, que se convertiría en el manual de los nazis. Tras la Segunda Guerra Mundial y ante la catástrofe genocida del nazismo y del fascismo, el paradigma de la ciencia racista se fue desmontando. Hoy, los estudios genéticos muestran que, como las clasificaciones raciales no se traducen en diferencias genéticas importantes, no tiene sentido hablar de raza como categoría biológica. De hecho, la variación genética entre grupos raciales es pequeña en comparación con las diferencias genéticas dentro del mismo grupo. En otras palabras, la ideología racista sobrevive al desmantelamiento de las «bases científicas» del racismo.

A pesar del descrédito de la base científica del racismo, el racismo como ideología permanece e incluso se ha acentuado en los últimos tiempos. Las características morfológicas del rostro, el cabello o el color de la piel siguen utilizándose como marcadores de discriminación racial, y en muchos países determinan las variaciones en la discriminación que se dirige contra diferentes grupos sociales racializados, ya sean negros, asiáticos, indígenas, gitanos o latinos, por no mencionar, dependiendo de la época y del contexto, a judíos, irlandeses, portugueses, españoles, italianos, eslavos. El color de la piel, en concreto, ha adquirido un significado particularmente insidioso al determinar diferencias sistemáticas de trato dentro de grupos que comparten la misma «identidad racializada» o «comunidad de color».

En las Américas, este fenómeno condujo a la formulación del concepto de colorismo para designar este trato diferencial. No hay colorismo sin racismo ni colonialismo. El colorismo potencia la complejidad y la gravedad de las narrativas y de las prácticas racistas y reitera la violencia epistémica y ontológica del proyecto colonial, una violencia aún más cruel cuando ocurre dentro de los grupos racializados. El código colorista establece que cuanto más «blanco» sea el color de la piel, mayor es la probabilidad de que alguien sea candidato a los privilegios de la blanquitud, pero, al igual que ocurre con la identidad racial, la definición del color de la piel es una construcción social, cultural, económica y política.

Los estudios sociales del color de la piel muestran que la identificación y la clasificación del color de la piel varían de una sociedad a otra e incluso dentro de la misma sociedad. Es oportuno recordar que Bethencourt decidió estudiar la historia del racismo para responder a esta pregunta: ¿cómo es posible que la misma persona sea considerada negra en Estados Unidos, de color en el Caribe o en Sudáfrica y blanca en Brasil? Yo añadiría otras dos preguntas. ¿Por qué la clasificación varía dentro del mismo país? En el caso de la sociedad brasileña, quien es considerado blanco en Bahía puede ser considerado negro en São Paulo. ¿Y puede la clasificación variar en el tiempo?

Cuando se habla críticamente del racismo, hay una gran tendencia a resaltar los daños, la violencia y la destrucción que causa en las poblaciones racializadas. No obstante, de esta forma, el color de los que causan el racismo se vuelve invisible. La piel de quien ejerce una actitud racista no tiene color, sobre todo en contextos donde el «color blanco» está asociado con el mantenimiento de privilegios heredados de la esclavitud y del colonialismo. Lo mismo podría decirse de la piel de los árabes sauditas en relación con los paquistaníes, filipinos o bangladesíes, o de los chinos en relación con los africanos.

Así, se vuelven invisibles tanto el color de la piel como los privilegios que justifica: ¿Por qué el análisis crítico del racismo incide principalmente en la discriminación que sufren los cuerpos racializados y omite los privilegios de los cuerpos no racializados? Al final, cuando se habla de «supremacía blanca» no se habla de la calidad del color, sino del poder y los privilegios que invoca. Mucho más allá de los contextos de la supremacía blanca (la blanquitud), el uso racista del color y de la ausencia de color siempre está ligado a la instrumentalización del poder y de los privilegios. Mencioné anteriormente el racismo de los chinos en China contra los africanos negros. Lo cierto es que la Corte Suprema de Sudáfrica dictaminó en 2008 que, con el fin de acceder a una discriminación positiva para promover el «empoderamiento económico de los negros», los chinos nacidos en Sudáfrica eran considerados… negros.

La conclusión urgente parece ser la siguiente: solo razones políticas y luchas de poder pueden explicar la instrumentalización social del color de la piel; y, asimismo, solo ellas explican que el probable aumento de la multiplicidad de tonos de color de piel resultante del mestizaje o la criollización no se traduzca en el fin del racismo y de la violencia e injusticia que causa. A pesar de la diversidad de contextos ya mencionada, históricamente el problema ha cobrado especial agudeza en los países donde existe una población considerada blanca, por pequeña que sea, pero en posiciones de poder, y asume distintos contornos en contextos diferentes. La investigación se ha centrado principalmente en cómo las diferencias en el color de la piel entre personas consideradas de la «misma raza» determinan diferencias de trato. El caso más tratado es el de los países que heredaron la violencia de la esclavitud, especialmente en el contexto estadounidense. Los análisis muestran consistentemente que, a pesar de avances muy significativos en el acceso a cargos públicos y privados de personas clasificadas como de raza negra (o de cualquier otra raza que no sea blanca), como resultado de las luchas contra la discriminación racial, especialmente durante los últimos cincuenta años, lo cierto es que las personas racializadas que accedieron a estos lugares tienen, en general, un color de piel más claro.

A pesar de la inmensa diversidad de tonos de piel, el color de la piel marcó y marca no solo diferencias raciales, sino también diferencias de trato dentro de la misma identidad racial. El colorismo es quizás el arma más insidiosa del racismo para dividir a los grupos racializados. Por ejemplo, en Estados Unidos, los esclavos negros de color más claro eran más caros y se buscaban para el trabajo doméstico en las casas de las plantaciones, mientras que los esclavos de color más oscuro estaban destinados al trabajo duro en los campos. De hecho, los traficantes de esclavos utilizaban las diferencias en el color de la piel para provocar la división entre los esclavos. Mucho después de la abolición de la esclavitud, el racismo y el colorismo no solo permanecieron, sino que se extendieron a nuevas categorías de población, por ejemplo, los inmigrantes europeos. Es decir, la matriz de exclusión basada en el racismo de la diferenciación fenotípica tiene un dinamismo tan cruel e insondable que se propaga «por analogía». En Estados Unidos a principios del siglo XX, los irlandeses, italianos y portugueses fueron considerados «blancos oscuros» y solo gradualmente (¿y completamente?) su color de piel fue siendo «blanqueado», acompañando su ascenso social. Pero después de todo, ¿fue el ascenso social el que blanqueó la piel o fue la piel sin matriz fenotípica la que facilitó el ascenso? La respuesta es obvia.

La persistencia del racismo y el colorismo es evidente en esta instantánea fotográfica de Brasil. El 22 de marzo de 2018, el conocido periódico estadounidense Wall Street Journal publicó un reportaje titulado «La demanda de esperma estadounidense aumenta exponencialmente en Brasil». Relataba que en los siete años anteriores la importación de semen estadounidense por mujeres brasileñas blancas, ricas, solteras y lesbianas había aumentado de modo extraordinario. Las preferencias eran para donantes de piel clara y ojos azules. Según Fairfax Cryobank, el mayor exportador de esperma a Brasil, este país fue el mercado de semen de mayor crecimiento. Mientras que en 2011 solo se habían importado 11 tubos de semen, en 2017 el número subió a 500 tubos. Según el periodista, la preferencia por los donantes blancos refleja la preocupación por el racismo «en un país donde la clase social y el color de piel están íntimamente ligados». Para las consumidoras, «los niños de piel clara tendrán la expectativa de mejores salarios y un trato más justo por parte de la policía». En Estados Unidos, las mujeres negras con tonos de piel más claros y rasgos europeos tienden, al igual que en otras circunstancias, a tener más éxito en conseguir un trabajo, en una carrera profesional, en concursos de belleza o en videos musicales. En el caso de Brasil, el testimonio de Bianca Santana refleja esta dimensión del racismo estructural: «Mi piel no está teñida. Tengo el color del mestizaje brasileño, que tantas veces se ha utilizado para reafirmar el mito de la democracia social… Poder ser vista como blanca o, mejor, como no negra, me dio oportunidades que probablemente no tendría si mi piel fuese más oscura, como ocupar un puesto de coordinación en un colegio europeo de élite.

El colorismo también ha existido dentro del mismo grupo racial cuando, por ejemplo, en el siglo XIX y principios del XX, los clubes de las élites negras en Estados Unidos negaban el acceso a personas con el color más oscuro. La internalización del colorismo ha llevado y sigue conduciendo a prácticas de blanqueamiento de la piel y la demanda de productos blanqueadores ha crecido enormemente (Lynn Thomas, Beneath the Surface: a transnational history of skin lighteners, 2020). Pero, por otro lado, el colorismo también puede operar a la inversa, en contextos de comunidades altamente racializadas y como reacción de resentimiento: discriminar a las personas de piel más clara consideradas débiles o inferiores por ser producto de mezcla de razas.

El color, el contracolor y el arco iris
El color de la piel es un marcador esencialista en nuestras sociedades desiguales y discriminatorias y, como fenómeno político, puede utilizarse con diferentes orientaciones políticas y hasta como forma de compensación histórica. En 1903, el gran intelectual estadounidense negro W.E.B. Du Bois escribió proféticamente que el problema del siglo XX sería «la línea de color», la «línea de la división racial por el color». Así fue y así parece seguir siendo hasta bien entrado el siglo XXI. A mediados del siglo pasado, Franz Fanon mostró elocuentemente cómo el racismo actuaba a través de una fractura dialéctica entre el cuerpo y el mundo, entre el «esquema corporal» y el «esquema racial epidérmico». El fenotipo epidérmico sería trivial si no existiera el racismo fenotípico.

La lógica racial y colorista se utiliza tanto para excluir a los «otros» como para unir el «nosotros». Ahí radica uno de los hilos con los que se teje la extrema derecha de nuestro tiempo. En el polo opuesto, el movimiento black is beautiful de los afroamericanos en la década de 1960, que luego se extendió a otros países (por ejemplo, en la Sudáfrica del apartheid), consistió en reivindicar el color y cambiar su connotación. Siempre que el color es politizado contra el racismo para unir la lucha antirracial y la lucha anticapitalista, el color de la piel tiende a perder el esencialismo y a relativizarse.

Intensamente politizada, la lucha del Black Panther Party fue notable, especialmente en la década de 1970-1980, en un esfuerzo por abolir la relevancia de las diferencias de color de piel entre la comunidad negra. Y ayer, como hoy, queda abierta la cuestión de saber en qué medida grupos de varias razas, etnias y colores de piel pueden unirse en las luchas contra el capitalismo, el colonialismo, el racismo y el sexismo, para así aumentar las posibilidades de éxito de las luchas por una sociedad más justa. Los períodos de mayor optimismo han sido seguidos por períodos de mayor pesimismo con una circularidad inquietante.

Dos cosas parecen seguras. Por un lado, los esencialismos identitarios tienden a dificultar la articulación de las luchas sociales contra la desigualdad y la discriminación. Por otro lado, no se puede confundir el cambio en el color del poder con el cambio en la naturaleza del poder. Después de todo, la burguesía negra estadounidense se ha preocupado por alcanzar el poder capitalista y no por cambiarlo (véase Barack Obama). Y no será diferente en otros lugares.

Wittgenstein escribió (Observaciones sobre los colores) que un pueblo de daltónicos tendría otros conceptos sobre los colores. ¿Sería esta una solución al racismo basado en el color de la piel? Si es correcta mi propuesta de que el racismo no reside en el color en sí, sino en la política del color centrada en la desigualdad de poder y en la concentración excluyente de privilegios, la respuesta es no. Si se mantiene la estructura de poder, el prejuicio no desaparecería, solo se expresaría de otra forma y con otra justificación.




Traducción: Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez, para Público.

Fuente: https://blogs.publico.es/espejos-extranos/2021/05/11/la-politica-del-color-el-racismo-y-el-colorismo/





Empresas y bancos europeos participan en la destrucción de bosques y sabanas de Brasil

Por: ENCO

Imagen por: Basta!

La Amazonia y la región del Cerrado se enfrentan a una destrucción devastadora debido a la exportación de carne y soja a bajo precio. Un informe inédito señala la responsabilidad que tienen empresas europeas.

La dependencia de Brasil de la exportación de materias primas es la causa principal del nivel sin precedentes de deforestación y explotación excesiva de la naturaleza en los dos ecosistemas más ricos de Brasil: la Amazonia y el Cerrado (la región de sabana). La Amazonia es clave para la salud medioambiental del mundo ya que influye en el clima debido a su papel de receptora y almacenadora de carbono; el Cerrado, por su parte, es la sabana más rica del mundo. Y grandes empresas y establecimientos financieros europeos desempeñan ahí un papel importante.

Más allá de la extrema abundancia de flora y fauna, de agua y biodiversidad que poseen, las regiones de la Amazonia y del Cerrado son el hábitat de muchas comunidades tradicionales (poblaciones autóctonas, pequeños agricultores, comunidades recolectoras del coco de la plamera «babass, comunidades de afrodescendientes) que desde hace siglos han permitido que la economía local coexista con la pervivencia de los recursos naturales. Muchos intereses económicos amenazan vastos territorios de estos ecosistemas: el avance de la agroindustria basada en la ganadería, los grandes monocultivos de soja, carne y madera, y las actividades mineras y de explotación forestal vinculadas a las industrias de materias primas.

Incendios, conflictos debido a la apropiación de tierras, agresiones a las comunidades autóctonas

En 2019 unos incendios generalizados, la mayoría de los cuales se produjeron a consecuencia de la práctica de abrir zonas de pasto para el ganado, devastaron gran parte de las selvas tropicales amazónicas. La cantidad de focos de incendio identificados en la región amazónica en agosto de 2019 fue la más alta desde 2010 y el doble de las cifras registradas en el mismo periodo del año anterior. En la región del Cerrado inmensas extensiones de vegetación de tierras indígenas se han convertido en zonas de pasto y de producción agrícola. Se calcula que la expansión de la agroindustria ha modificado aproximadamente el 80% de la vegetación original del Cerrado.

Figura 1: Lugar de procedencia y países a los que se destina la soja que puede haber sido la causa de deforestaciones ilegales. Cálculos de las medias anuales entre 2009 y 2017 (Trase, 2020).

Actualmente las regiones de la Amazonia y del Cerrado son territorios de conflicto político, económico y medioambiental, unos conflictos que no se deben solo a la competencia interna entre los sectores económicos que explotan soja, maíz, carne de vacuno, cuero, madera, caña de azúcar, algodón y recursos minerales, sino también a los conflictos entre las empresas agrícolas grandes y medianas (a las que el gobierno de Jair Bolsonaro apoya económicamente) y las poblaciones forestales.

Bajo el gobierno Bolsonaro han seguido aumentando las agresiones, expulsiones y desplazamientos de las comunidades tradicionales. La pandemia ha supuesto un nuevo reto puesto que los organismos del Estado encargados de vigilar que se respetan los derechos también han estado en confinamiento, lo que ha hecho más fácil violar los derechos de varias comunidades de las regiones del Mato Grosso, del Pará, de la Rondônia y del Maranhão. Por ejemplo, el pueblo indígena xavante, en el Mato Grosso, ha sufrido más agresiones durante la pandemia. Además, en agosto de 2020 tanto las comunidades campesinas de Balsas, en el estado del Maranhão, como la comunidad de Bom Acerto, sufrieron un desplazamiento forzado (1).

¿Qué papel desempeñan las empresas europeas?

La lucha contra la deforestación ilegal tiene por objetivo las empresas implicadas en la cadena de producción de los productos de base, incluidas las instituciones financieras y otras empresas multinacionales que forman parte del proceso de aprovisionamiento. Por ejemplo, en 2016 el Banco Santander español fue condenado a una multa de 15 millones de dolares por haber proporcionado apoyo financiero a unos cultivos que se habían realizado en unas zonas deforestadas ilegalmente. Grandes sociedades del negocio de los cereales, entre ellas Cargill y Bunge (Estados Unidos), fueron condenadas a pagar unas multas que ascendían a 29 millones de dólares tras una investigación del IBAMA (Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables) que descubrió que aproximadamente 3.000 toneladas de cereales producidas por cinco empresas se habían cosechado en zonas en las que la agricultura estaba prohibida.

Además del apoyo financiero, empresas europeas operan directamente en las regiones de la Amazonia y el Cerrado, y a algunas se les acusa de violar derechos ahí. Se ha acusado de generar impactos negativos sobre el territorio a sociedades mineras presentes en el estado de Pará (como la francesa Imerys y la noruega Norsk Hydro) y a grupos del sector de las infraestructuras (privadas y estatales) que gestionan concesiones de transporte y de distribución de energía. Según las organizaciones de la sociedad civil, la presencia de estas sociedades multinacionales ha contribuido a aumentar la tensión sobre el territorio contra los derechos de las comunidades locales.

Los Países Bajos y España son los principales destinos europeos de la soja vinculada a la deforestación

De todos los productos de base que presentan un riesgo medioambiental, la soja es el más negociado en los mercados internacionales. En 2016 tres países de América del Sur (Brasil, Argentina y Paraguay) representaban el 50% de la producción mundial de soja, lo que corresponde a una superficie de aproximadamente 56 millones de hectáreas. Tres cultivos (soja, caña de azúcar y maíz) ocupan el 70% de la superficie agrícola y representan más del 60% del valor total de la producción agrícola del país. En veinticinco años la producción de soja ha aumentado un 400% en Brasil.

En un principio los cultivos de soja se plantaron en las regiones del sur del país, que están más adaptadas a esta producción. Después de la década de 1970 empresas como Syngenta (Suiza) y Pioneer (Estados Unidos) invirtieron en semillas transgénicas adaptadas al ecosistema del Cerrado con el apoyo del gobierno brasileño. Una vez que se logró “dominar” las sabanas, la expansión de la agroindustria se dirigió a la región de la Amazonia desde la década de 2000.

Según las cifras de la base de datos Trase, los Países Bajos y España son los principales destinos europeos de la soja vinculada a la deforestación, seguidos de Francia y Alemania. Estudios recientes calculan que en los últimos años llegaron al mercado europeo aproximadamente dos millones de toneladas soja plantada ilegalmente cada año, de las cuales 500.000 toneladas se produjeron en la región de la Amazonia. Cerca de la mitad de las propiedades rurales de la Amazonia y de las tierras agrícolas de la región del Cerrado, que producen soja y carne de vacuno para la exportación, no respetan los límites de deforestación fijados por el código forestal.

La cadena de producción de la soja en Brasil esta dominada por cinco grandes sociedades comerciales mundiales: ADM, Bunge, Cargill, Louis Dreyfus y COFCO. Entre los diez primeros países destinatarios de la soja de la Amazonia y el Cerrado están los Países Bajos (36%), España (21%), Alemania (10%) y Francia (10%).

Figura dos: Cálculo del riesgo de deforestación por parte de los negociantes de soja en Brasil (2020, en hectáreas).

Los negociantes de soja reciben el apoyo financiero directo de muchas instituciones financieras vinculadas a ellos a través de fondos propios (sobre todo participaciones y propiedades privadas) y de deudas (como obligaciones, préstamos y facilidades de créditos renovables).

La Unión Europea es el segundo principal comprador de carne brasileña, después de China

Brasil tiene más vacas (214 millones de cabezas de ganado) que habitantes. Esta cifra sigue aumentando, sobre todo en la Amazonia y el Cerrado. En 2019 Brasil exportó 1,84 millones de toneladas de carne bovina, lo que le convierte en el mayor exportador del mundo, según la Asociación Brasileña de Industrias Exportadoras de Carne (ABIEC). A diferencia de la cadena de producción de la soja, el sector de la carne está gestionado por grandes empresas nacionales financiadas por capitales nacionales y extranjeros. Con la compra en 2017 de más de 180.000 toneladas de carne brasileña la Unión Europea es el segundo principal comprador de carne brasileña, después de China.

El gobierno brasileño ha fomentado mucho la política de exportación a través de la creación en 2008 de un programa de apoyo a los “campeones nacionales”. El Banco Nacional para el Desarrollo Económico y Social (BNDES) desbloqueó una serie de subvenciones para fomentar algunas empresas en sectores específicos, como la transformación de la carne, y estimular su crecimiento. Estas subvenciones ayudaron a desarrollarse a empresas brasileñas de transformación de la carne como JBS y Marfrig. Esta última se ha convertido en el tercer mayor productor de carne del mundo. JBS es el primer productor mundial de carne y figura entre las diez mayores empresas agroalimentarias del mundo. Como exportador, JBS se aprovisiona en 1.324 municipios, esto es, el 47% de los municipios productores de carne bovina de Brasil en 2017. Además, BRF, empresa de transformación de aves de corral, se ha convertido en uno de los mayores exportadores del mundo de este producto y tiene dos fábricas de transformación en Europa (Países Bajos e Inglaterra) y nueve en Argentina.

Sin embargo, el precio del crecimiento de estas multinacionales ha sido alto: el aumento generalizado de la destrucción de los biomas de la Amazonia y del Cerrado, pero también las deplorables condiciones de trabajo a las que se somete a sus empleados.

No es una novedad las terribles condiciones de la cadena de producción de la carne, tanto para el ganado como para las personas que trabajan ahí. La situación es similar en la cadena de la soja: además de las condiciones laborales degradantes, de los casos de trabajo forzado y del acaparamiento de tierras, Brasil puede presionar sobre los costes de producción y exportar a bajo precio, y producir la carne más barata del mundo en la Amazonia.

Cadena de la carne: BNP, Carrefour, Nestlé y mucha otras

Minerva, uno de los tres grandes envasadores de carne de Brasil, obtiene al menos una tercera parte de sus ingresos brutos de sus exportaciones de carne de vacuno brasileña, vinculadas a 10.900 hectáreas que corren peligro de deforestación debido a la expansión de los pastos para el ganado en 2017. Parte de los accionistas de Minerva son grandes inversores mundiales que actualmente no tienen compromiso alguno en materia de deforestación, como Morgan Stanley (4,94% del capital), Vanguard (2,21%) y BlackRock (0,4%), así como instituciones financieras que han reconocido públicamente el problema del riesgo de deforestación, como BNP Paribas (2,26%).

Además, JBS, Marfrig y Minerva recibieron más de 9.000 millones de reales (1.500 millones de euros al cambio actual) en inversiones y préstamos de bancos europeos y no europeos que han firmado acuerdos medioambientales, como Deutsche Bank, Banco Santander, BNP Paribas y HSBC. Por desgracia, la ausencia de leyes en Europa sobre el tema “significa que los bancos, los inversores, las agencias de calificación, los importadores y los supermercados no tiene la obligación legal de realizar un control previo sobre el riesgo de deforestación antes de hacer negocios con las empresas del sector de la carne de vacuno”, se lamentaba la ONG Global Witness en un informe sobre el tema de diciembre de 2020.

En 2014 varios gobiernos, la sociedad civil y varias empresas privadas aprobaron la Declaración de Nueva York sobre lobosques, cuyo objetivo era reducir la deforestación mundial de aquí a 2020. Los estados brasileños de Pará, Amazonas y Acre figuran entre los signatarios brasileños, mientras que Deutsche Bank y Nestlé figuran entre los signatarios europeos. Sin embargo, según Mighty Earth, los grupos Nestlé y Carrefour todavía no han dejado de comprar carne a JBS y Marfrig.

Implicación de fondos de inversión alemanes, neerlandeses y suecos

El precio de las tierras agrícolas brasileñas, en particular en el Cerrado, ha aumentado de forma exponencial debido a la explotación financiera de las tierras. Los inversores institucionales, como los fondos de pensiones y los fondos de capital-inversión, las sociedades inmobiliarias y la agroindustria, aplican un modelo de empresa que da valor a las tierras adquiriendo y desbrozando para la agricultura zonas de vegetación autóctona, en vez de basar sus ingresos en la producción de mercancías.

En los últimos 15 años se han creado muchas sociedades inmobiliarias centradas totalmente en la adquisición, venta, arrendamiento y gestión de tierras agrícolas en estas regiones. En el Cerrado se han privatizando ilegalmente vastas zonas indígenas que oficialmente pertenecen al Estado. Este proceso conlleva generalmente la expulsión violenta de los habitantes (muchos de los cuales provienen de comunidades tradicionales o de las poblaciones rurales pobres), así como desbroces o deforestaciones extensivos. Últimamente se han vendido estas zonas agrícolas a sociedades agroindustriales o sociedades inmobiliarias, que pueden alquilar o vender las tierras.

Tres fondos de inversión europeos contribuyen al funcionamiento de las sociedades inmobiliarias en la región del Cerrado: el fondo de pensiones alemán Ärzteversorgung Westfalen-Lippe, el neerlandés Algemeen Burgerlijk Pensioenfonds (ABP) y el sueco Andra AP-fonden (AP2). Estos fondos de pensiones invierten en fondos de inversión gestionados por la Teachers Insurance and Annuity Association of America (TIAA), un fondo de pensiones privado sin ánimo de lucro que actualmente está considerado el mayor inversor en tierras agrícolas y el tercer gestor mundial de inmobiliario comercial. A la hora actual posee en Brasil unos activos valorados en 2.000 millones de dólares.

La mayoría de las tierras agrícolas que pertenecen a empresas extranjeras en la región del Cerrado se financian a través de la TIAA. Este fondo también está presente en el mercado de tierras agrícolas a través de empresas como Radar Propriedades Agrícolas (una empresa conjunta entre una sociedad brasileña, Cosan, y Mansilla Participações, una sociedad que pertenece totalmente a TIAA) y Tellus Brasil Participações, una filial nacional centrada en la adquisición de tierras, en la que TIAA tiene una participación importante (49%). TIAA ha creado una compleja red de sociedades para comprar e invertir en tierras agrícolas al margen de las restricciones legales impuestas por las leyes nacionales sobre la propiedad inmobiliaria por parte de personas extranjeras. En medio de todo esto, la responsabilidad de las empresas e instituciones financieras europeas tiende a invisibilizarse, aunque no desaparece.

Véase el informe íntegro en inglés, publicado por ENCO (siglas en inglés de Red Europea de los Observatorios de las Multinacionales).

Nota:

(1) Véase la página web de noticias de la Agencia Pública.

Fuente: https://www.bastamag.net/Deforestation-Amazonie-Bresil-role-des-entreprises-Europe-banques-fonds-de-pensions-viande-soja-exportations

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar aautor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos



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