Además, ante la posible reanudación de las negociaciones con Caracas, por intermediación de Oslo, dijo: "Si llegamos al punto de tener una negociación en los próximos meses o el próximo año, creo que es perfectamente razonable que Noruega resulte ser clave para eso".
Escuchando a este Abrams comedido, uno puede preguntarse dónde quedó el guerrero que el 8 de agosto de 2019 vaticinó que en un año haría "la autopsia del régimen de Maduro".
El día siguiente a dicha conferencia, Maduro le lanzó un mensaje sorprendente: "Mis saludos, Elliott Abrams, está pendiente una conversación. Ya me llegó tu mensaje, de acuerdo con lo que me dicen, vamos pa' lante".
El estadounidense rápidamente respondió diciendo que no le había mandado ningún mensaje a Maduro y que la afirmación de debía ser "una broma o desinformación". El presidente venezolano ha aprovechado la debilidad manifiesta de Abrams para sembrar la duda: ¿Está EE.UU. negociando con el gobierno venezolano?
Cualquier lector del libro de Bolton supondrá que es probable que Abrams no lo sepa. El exasesor de seguridad de Trump revela que la línea republicana donde se encuentra Abrams no es la única que realiza enlaces y políticas desde la Casa Blanca hacia Venezuela, y que, más cerca del presidente hay actores como Rudy Giuliani, su abogado, que tiene sus propios intereses y maneja a su forma la situación. Si se activa esta vía de enlace, como ha ocurrido anteriormente, es posible que Abrams sea uno de los últimos en enterarse.
Ociel Alí López, sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
Abrams hoy no dice con tanta seguridad que la caída de Maduro sea "inminente". Ya no tiene a Bolton y realmente no sabe lo que pueda pasar con Venezuela. Solo observa el cadáver político de Guaidó, pero no sabe qué hacer con él.
Por eso hoy no dice con tanta seguridad que la caída de Maduro sea "inminente" ni revela nuevos pasos a seguir. Ya no tiene a Bolton y realmente no sabe lo que pueda pasar con Venezuela. Solo observa el cadáver político de Guaidó, pero no sabe qué hacer con él, y apenas puede repetir automáticamente la política anticastrista de los lobbies de Miami, que también están agazapados ante el avance de la izquierda radical en las calles y las respuestas inesperadas y heterodoxas de Trump.
Las palabras de Abrams ya no mandan misiles ni generan expectativas, no causan miedo, ni es ya aquel hombre temido que sembró de guerra Centroamérica en los 70 y 80.
¿Un cumplido o un misil?
Cuando Maduro lanza a Abrams lo que podría ser un cumplido: "Estoy de acuerdo contigo", lo que le manda es un misil, pero no solo al funcionario, es sobre todo a la oposición radical que apenas tiene una carta que jugar y es la de la intervención militar de los halcones.
Desde que Trump barajara la idea de dialogar con Maduro, y una vez que sacó de la campaña presidencial el tema de Venezuela, Abrams está fuera de la jugada y las intenciones de los halcones, de intervenir Venezuela, han sido pausadas desde la propia Casa Blanca.
Cuando Maduro dice estar de acuerdo con Abrams, le quita la única vía de oxígeno que le queda a esa oposición. Sin Bolton, con Pompeo ocupado de otros asuntos, con Marco Rubio ausente, con el grupo de Lima desactivado y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca olvidado, a la oposición solo le queda la esperanza de que vuelva el Abrams guerrero, pero en realidad se nota debilitado. Ya a nadie, incluido a Abrams le sorprendería que Bolton tuviera razón en eso de que es un escenario probable que Trump se reúna con Maduro. Y esa duda le genera desconfianza para operar con la rudeza que le caracteriza.
Ociel Alí López, sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
Ya a nadie, incluido a Abrams, le sorprendería que Bolton tuviera razón en eso de que es un escenario probable que Trump se reúna con Maduro. Y esa duda le genera desconfianza para operar con la rudeza que le caracteriza.
Por eso, al día siguiente de la reacción de Abrams, tiene que salir Pompeo a desmentir al presidente venezolano. Lo hace porque la respuesta de su enviado ya no tiene cobertura y, entre tanta incoherencia de Trump, el chanceo de Maduro puede tener algo de verdad. ¿Qué hace un secretario de Estado desmintiendo a un presidente que no reconoce? ¿Es posible que algunos aliados estén dudando del desenlace prediseñado por el Departamento de Estado para Venezuela?
Cuando Maduro envía mensaje a Abrams compromete el último canal de oxígeno de los que no quieren diálogo.
La oposición radical, con importante poder financiero y mediático, y un fuerte apoyo internacional, no solo descarta el diálogo sino que lo ve como un escenario denigrante para sus aspiraciones de hacer tabla rasa con el chavismo, Maduro y todo lo que huela a izquierda en Venezuela. Incluso para acabar con quienes son opositores, pero no están de acuerdo con una intervención militar, una corriente que viene tomando forma política, si bien impulsada por el Gobierno, también como única opción realmente factible, una vez demostrado que ni los golpes de Estado ni las invasiones militares tienen algún grado importante de probabilidad en los actuales momentos.
No obstante, la oposición más apegada a Washignton y Miami no vislumbra otra salida. Basa su estrategia en la desempolvada política anticastrista, que apoya el bloqueo a La Habana y rechaza cualquier acercamiento a su Gobierno, a pesar que esto no ha servido de nada para sacar al Partido Comunista de Cuba del poder.
Ociel Alí López, sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
La sola opción de mencionar un diálogo con Maduro por parte del gobierno de EE.UU. es una especie de capitulación de los halcones para con Venezuela. Y la aceptación de la derrota estratégica de los últimos 4 años, en los que la oposición se ha negado a participar electoralmente esperando a los marines.
Por ello, la sola opción de mencionar un diálogo con Maduro por parte del gobierno de EE.UU. es una especie de capitulación de los halcones para con Venezuela. Y la aceptación de la derrota estratégica de los últimos 4 años, en los que la oposición se ha negado a participar electoralmente esperando a los marines.
Más que sembrar dudas entre las filas enemigas, Maduro expande la incertidumbre que generó el propio Trump días atrás, cuando consideró una opción la reunión entre ambos, y trata de atormentar a halcones y pichones venezolanos.
En todo caso, así como por ahora nadie se imagina una intervención militar como la que nos creímos en 2019, tampoco parece muy probable que definitivamente unos militares caribeños le atiendan el teléfono a Elliott Abrams, una verdadera afrenta a quien hasta hace poco comandó sangrientas operaciones militares por América Latina.