17 octubre 2022

Argentina: Alberto Fernández, un modelo de como gobernar (o durar) sin rumbo ni poder

Por: Resumen Latinoamericano



Por Juan Guaján, Resumen Latinoamericano, 16 de octubre de 2022.

Que Alberto Fernández no es un advenedizo en las cuestiones del poder, no quedan dudas. Los cambios ministeriales, en los inicios de la semana que termina, son una prueba.

Hace más de 30 años que transita las alfombras del poder. Comenzó su carrera, cuando Raúl Alfonsín era Presidente, como Director de Sumarios y Subdirector General de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Economía. Con Eduardo Duhalde y Carlos Menem fue Superintendente de Seguros de la Nación. Desde allí su carrera político administrativa fue su principal actividad.

Como organizador del espacio kirchnerista, bajo las órdenes de Néstor Kirchner, tuvo un rol importante en lo que se conoció como Grupo Calafate.

Durante todo el período de Néstor (2003/2007) y algo más de un año con Cristina, fue Jefe de Gabinete del gobierno nacional.

Una vez finalizado el conflicto con el campo fue renunciado. Muerto Néstor se fue distanciando del gobierno y –con el tiempo- se fue transformando en un ácido crítico de la gestión de Cristina. 

Al momento de confrontar con la posible reelección de Mauricio Macri, fue Cristina la que decidió -por un twitter- designarlo como candidato a la Presidencia, por una coalición que tenía como eje al peronismo y a Cristina como su indudable Jefa y compañera de fórmula.

Con ese gesto Cristina lograba un doble objetivo: Evitar que su mala imagen personal impidiera un triunfo de esa coalición y hacer una especie de autocrítica personal colocando en la Presidencia a una persona que la venía criticando duramente.

Los objetivos fueron alcanzados y Alberto, una vez ungido Presidente, dijo: “¡Nunca más me voy a pelear con Cristina!”  También había dicho “Voy a dejar de pagar los intereses de las Leliq para aumentar a los jubilados”

Esas palabras y esos compromisos se fueron diluyendo ante la presión de las coyunturas, las dificultades de gobernar un país en estado de coma con la receta de algunas aspirinas para calmar la fiebre y la fuerza de los entornos desesperados por acumular mayores cuotas de poder, para cada uno de los sectores en pugna.

La evidencia de un doble mando y las diferencias políticas hicieron el resto. El gobierno se deshizo en una suma de contradicciones, errores y fracasos. Ello sobrevino luego de algunos meses de aquella pandemia que -inicialmente- favorecieron al gobierno y prestigio de Alberto.

El segundo semestre del 2020 fue el período en el que se definió la suerte del gobierno; de la coalición que lo sostenía; de una posible recuperación de la decadencia del peronismo; del cristinismo como conducción y del propio Alberto, con sus perspectivas de liderazgo y acuerdo con Cristina.

Si queremos ser más precisos, el suceso que le puso fecha al inicio de la debacle fue el “recule en chancletas” en el tema Vicentín, allá en el norte santafesino. 

Cuando se iban dando pasos en el camino del primer peronismo y se manifestaba la voluntad de recuperar la soberanía en materia de comercialización de granos, el gobierno optó por dar marcha atrás.  La fuerza propia, los amigos y aliados, los trabajadores y pequeños productores, se sintieron abandonados a su suerte y en manos de los poderes más tradicionales. El famoso “círculo rojo”, los que mandan, le habían tomado el pulso al gobierno, comprobaron que era debilucho y se dieron cuenta que corría poca sangre por sus venas.

De allí en más, la caída no se ha detenido y nadie puede animarse a predecir hasta dónde puede llegar. La payasesca imagen de los principales dirigentes sindicales, entre ellos algunos de los más combativos, rindiéndole pleitesía al embajador de los EEUU, resulta más que simbólica de la pérdida de rumbo.

El cristinismo sigue su alocada carrera hacia… la nada. Es bastante lo que puede boicotear y vetar, poco lo que puede construir.

Bajo esas condiciones Alberto ha construido un modelo de ejercicio del poder que es bastante llamativo. Nuevamente destruida su relación con Cristina; ninguneado por la audacia de Sergio Massa; de escasos vínculos con gobernadores y legisladores; se refugia en el manejo de la “lapicera”. Aprendió que tiene cargos -pero no poder- para repartir. Actúa en función de ello.

Los sucesos de esta semana lo prueban largamente. Siguió la práctica del “loteo” y las 3 mujeres designadas reúnen, además, la condición de contar con escaso poder. El Presidente se reserva el Ministerio de Desarrollo Social, con Victoria Tolosa Paz, una dirigenta de su riñón más cercano. Con esa designación garantiza el manejo de los recursos para sostener a las organizaciones sociales aliadas y “regular” la presencia callejera del sector más bullicioso. De ese modo espera llegar hasta el fin de su mandato. A través de la pareja de quien le “presta” el departamento donde habitaba, confía en manejar prolíficos recursos y tener cierta influencia sobre la calle. Así, aunque esté medio rengo, confía en llegar hasta el final de su mandato.  

Lo ayuda un estilo nefasto para gobernar. Se trata de ese “loteo” de las demás áreas, una antigua costumbre que viene de los tiempos de Néstor Gobernador. Con la gran diferencia que Néstor y Cristina tenían, por aquellos tiempos y los años inmediatamente posteriores, un poder que hoy nadie puede mostrar. Por eso, hoy, se reparten cargos y aguantan las contradicciones. Con ese modelo, del que solo escapa –en parte- Massa, Alberto espera “durar” hasta diciembre del 2023. No será fácil pero sí posible. En Trabajo colocó –sin mayores consultas- a una tradicional dirigente el peronismo ortodoxo de la Capital Federal.

El Ministerio de la Mujer lo ocupa una figura que emergió el pasado fin de semana con el Encuentro de Mujeres en San Luis. La eventual alianza con su gobernador Alberto Rodríguez Saa es de escaso peso, en estas circunstancias. 

Todos los argentinos pagaremos la cuenta por esta falta de un gobierno real.

Alberto, convencido que ya no puede gobernar trata de armar un “equipo” donde nadie pueda hacerlo. En esa impotencia naufragan –además del fracaso de Alberto- el enredo del que Cristina ya no sabe cómo salir y también el exaltado activismo del Ministro de Economía, que comparte sus sueños con las necesidades y conveniencias del exitoso diplomático que ocupa el mismo sitial que Spruille Braden, cuando el peronismo tenía a la Justicia Social como guía y esperanza.

EL FMI ADVIERTE: “LO PEOR ESTÁ POR VENIR”

Apenas un mes después de haber regresado de su periplo anterior, Sergio Massa regresó a Washington. Lo hizo para participar de la Reunión Anual del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, que empezó el lunes 10 y culminará en el día de hoy. Massa viajó con la tranquilidad de estar alcanzando los objetivos perseguidos en su viaje anterior. El FMI ha remitido los fondos y Argentina le paga los reclamos pendientes. Ahora, hasta diciembre, estamos tranquilos. Mientras nos sigan prestando… ¡seguimos siendo buenos pagadores! La rueda sigue girando: ¡Dicen que te debo, vos hacés cómo que me prestás y yo hago como que te pago. Claro está, en el medio los intereses son cada vez más abultados!

De paso hizo una visita a distintos funcionarios para dejar constancia que estamos cumpliendo -como podemos- con los compromisos asumidos.

De todas maneras, la cita tiene que ver con la reunión anual de ambos organismos financieros.

Como para mostrar de qué modo el mundo transita los puntos más álgidos de esta crisis, el Economista Jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, hizo una advertencia que, por un buen rato, siguió resonando en los oídos de los funcionarios presentes. En efecto, advirtió que un tercio de las economías puede terminar cayendo en procesos recesivos.

Para darle mayor credibilidad a esas afirmaciones proporcionó algunas cifras más que significativas, comparando los datos del presente año, con las perspectivas del próximo.

En materia de crecimiento económico mundial las previsiones para el año en curso, son del 3,2% y para el 2023, fueron estimadas en el 2,7%. Del propio FMI surge la proyección, para el conjunto de América Latina, estimando su crecimiento en el orden del 3,5% para este 2022 y del 1,7% para el próximo año. La economía de los EEUU crecería un 1% para el próximo 2023, mientras que el área del euro solo lo haría en un 0,5.

Esta desaceleración de la economía del mundo occidental traería fuertes efectos en todo el mundo. 

Si bien China también transitaría un período de pérdida en el impulso que venía trayendo, éste mantendría un nivel superior a los números señalados. Tmmkendría, para este año un crecimiento del 3,2% y subiría –en el 2023- al 4,4%.

Este freno a la economía mundial tendría varios orígenes complementarios.

A las dificultades estructurales de los modelos económicos en danza se le agregan algunas circunstancias generadas durante este año. Naturalmente que a la cabeza de los mismos se coloca la crisis entre Rusia y el mundo occidental. Los costos energéticos y alimentarios están creciendo de un modo desorbitado, afectando a gran parte de la humanidad y perjudicando –aunque de diferentes maneras- a buena parte de los países.

Según los funcionarios de los organismos internacionales ello repercute sobre la vida cotidiana desplegando un proceso inflacionario a escala mundial. De allí que aparezca una tendencia mundial a frenar la creciente inflación, aunque ese proceso implique un parate sobre la vida económica.

Esta perspectiva termina por redondear la advertencia señalada acerca de los riesgos de una generalizada recesión.

Por otro lado, no son pocos los especialistas que señalan a esta crisis como originada en los límites del desarrollo capitalista, con una consecuente sobreproducción que estos mercados no pueden absorber y frente a la cual las teorías en boga, en el mundo occidental, carecen de repuestas.

Esta situación terminaría manifestándose en una amplificada recesión. Ésta podría significar la quiebra de múltiples empresas y dificultades en muchos países, bajo el riesgo de dejar en la calle a millones de personas.

El intento de frenar la inflación con más altas tasas de interés, que es lo que están haciendo, no hace más que agravar las condiciones actuales y futuras de la economía, poniendo en duda el tiempo que demandará la recuperación a los niveles anteriores.

Por eso da la impresión que el objetivo principal del Presidente del actual gobierno es el no gobierno. Parece que el principio que rige al Presidentes es: “Si yo no puedo gobernar, que nadie pueda”.

La persona que más pierde con esta situación es Cristina. Ella es la que aún tiene una cuota importante de poder y éste se continúa diluyendo ante la falta de respuestas.

¡Hasta dónde aguantará la soga estos tironeos! Ése, es otro problema

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