Fuentes: Democracy Now!

Hace poco más de un siglo, el 30 de septiembre de 1919, un grupo de aparceros afroestadounidenses se congregó en la localidad de Elaine, estado de Arkansas, en el fértil delta del río Misisipi, con motivo de asistir a una reunión sindical…

Solo una o dos generaciones después del final de la esclavitud, estos aparceros se estaban organizando para reclamar un reparto justo de los ingresos provenientes de las cosechas que cultivaban. Enfurecidos por la lucha de estos agricultores negros contra la miseria a la que se los sometía, una patrulla de hombres blancos armados atacó a los aparceros que se habían congregado en la reunión. Hubo disparos y uno de los hombres blancos resultó muerto. Lo que siguió después es conocido como la “Masacre de Elaine”. Cientos de afroestadounidenses de Elaine fueron masacrados por una turba violenta de hombres blancos, que probablemente contó con la ayuda de las fuerzas de seguridad y las tropas federales. Los historiadores estiman que murieron no menos de 200 residentes negros en esos trágicos hechos: hombres, mujeres y niños. Ninguna persona blanca rindió cuentas ante la justicia por lo sucedido.

Esa no era la primera vez que los racistas aterrorizaban a la población negra de Elaine. En 1916, Silas Hoskins fue linchado en esa localidad. Hoskins era un próspero propietario de un bar frecuentado por afroestadounidenses. Personas blancas que codiciaban el negocio de Hoskins lo amenazaron varias veces de muerte. Una noche, Silas no retornó del trabajo. Lo habían linchado. En ese entonces vivía con Hoskins un sobrino suyo de 9 años de edad, Richard Wright, que luego se convirtió en uno de los escritores estadounidenses más influyentes del siglo XX. Wright plasmó en sus obras las experiencias de la comunidad negra, especialmente en la novela ”Hijo de esta tierra” y en el libro autobiográfico “El chico negro” (Black Boy).

En “El chico negro”, Richard Wright describe los momentos posteriores al asesinato de su tío Silas Hoskins:

“No hubo funeral. No hubo música. No hubo período de luto. No hubo flores. Solo hubo silencio, llantos silenciosos, susurros y miedo. No supe cuándo ni dónde habían enterrado al tío Hoskins. A la tía Maggie ni siquiera se le permitió ver el cuerpo ni pudo reclamar ninguno de sus bienes. Simplemente habían arrancado al tío Hoskins de nuestras vidas, y nosotros cometimos el error de mirar para otro lado, para evitar mirar de frente a ese terrorífico y candente rostro blanco que sabíamos que se cernía sobre nosotros. Esa fue la vez que sentí más de cerca el terror blanco y mi mente quedó en shock. ‘¿Por qué no nos defendimos?’, le pregunté a mi madre. El miedo que había en ella hizo que me silenciara con una bofetada”. Wright se vio obligado a huir de la ciudad junto con su familia.

Luego vino la Masacre de Elaine. En conversación con Democracy Now!, Paul Ortiz, profesor de historia de la Universidad de Florida, contextualizó la masacre de 1919:

“El precio del algodón estaba en aumento. Pero lo más importante es que la población afroestadounidense estaba logrando grandes avances y mejoras económicas como propietarios de tierras en lugares como Elaine, en [la franja denominada] Cinturón Negro de Alabama, en el norte del [estado de] Florida, en todo el sur [de Estados Unidos]. Y debido a estos avances y al papel que los afroestadounidenses desempeñaron en la Primera Guerra Mundial, las expectativas [de la población negra] iban en aumento. La estructura de poder blanca se movilizó contra las crecientes aspiraciones [de la población negra]”.

Doce hombres afroestadounidenses fueron juzgados tras la masacre. Un jurado compuesto exclusivamente por personas blancas los sentenció a muerte después de solo unos minutos de deliberación. La legendaria activista y periodista afroestadounidense Ida B. Wells viajó a Elaine para solidarizarse con ellos e informar sobre su lucha. Los hombres condenados apelaron la sentencia, argumentando que se habían violado sus derechos al debido proceso consagrados en la Decimocuarta Enmienda de la Constitución. En 1923, en el caso “Moore contra Dempsey”, la Corte Suprema de Estados Unidos falló a favor de los condenados y aseguró una mayor protección para las personas negras del sur del país que estaban siendo sometidas a juicios y jurados dominados por supremacistas blancos. El caso sentó un precedente crucial, que condujo a algunas de las victorias legales más importantes de la época del movimiento por los derechos civiles en las décadas siguientes.

La hija de Richard Wright, la poetisa Julia Wright, quien describe el asesinato de su tío abuelo Silas en 1916 como “el canario negro en la mina de carbón” —es decir, como una advertencia anticipada de lo que se avecinaba—, dijo a Democracy Now!: “Silas Hoskins tuvo un peso enorme en la vida de mi padre. Su linchamiento puede verse como un hilo, un hilo rojo ardiente, que hilvana prácticamente todas sus obras”.

A principios de este año, se recogió tierra del lugar donde se cree que Silas Hoskins fue linchado. Dos frascos con la tierra recolectada fueron trasladados de Elaine a la ciudad de Montgomery, Alabama, para exhibirlos en el Proyecto de Memoria Comunitaria de la organización Equal Justice Initiative. En dicho proyecto, más de 800 frascos de vidrio con tierra extraída de sitios de linchamiento conmemoran esas terribles prácticas que asolaron a Estados Unidos durante tanto tiempo. Los frascos se encuentran en el Museo del Legado en Montgomery, un museo que muestra de una manera impactante la transición de la época de la esclavitud a la situación actual del encarcelamiento masivo de personas como herramientas clave utilizadas para oprimir a la población afroestadounidense. Fundada por el activista contra la pena de muerte y abogado defensor Bryan Stevenson, la organización Equal Justice Initiative está también a cargo del Monumento Nacional por la Paz y la Justicia, una amplia instalación al aire libre que conmemora, de una manera profundamente conmovedora, a las miles de víctimas de los linchamientos ocurridos en Estados Unidos.

Actualmente se están construyendo en Elaine, Arkansas, el Museo Elaine y el Centro por los Derechos Civiles Richard Wright para preservar la memoria de la terrible matanza ocurrida en esa localidad y continuar con el legado de las luchas por la equidad y la justicia racial que siguieron a la masacre. El debate sobre el racismo y las medidas de reparación debe continuar y profundizarse en todo el país.