Traducido del neerlandés para Rebelión por Sven Magnus
Después de Hungría, ahora también Italia tiene un gobierno de extrema derecha. ¿Cómo se ha llegado a esto, cuáles son las posibles consecuencias y qué se puede hacer al respecto?
Domingo negro en Italia
Italia se encamina hacia el gobierno más derechista de la historia de la posguerra. Una alianza de los neofascistas Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), la ultraderechista Lega Nord y la también ultraderechista Forza Italia de Berlusconi consiguió el 44% de los votos para el parlamento. Los Hermanos de Italia (FDI) son el partido más votado, con el 26,4% de los votos, y su líder, Giorgia Meloni se convertirá en la nueva primera ministra de Italia.
El partido de Meloni surgió del Movimiento Social Italiano, que era un partido fascista. En el pasado alabó a Mussolini calificándolo de buen político: «Todo lo que hizo, lo hizo por Italia y en los últimos 50 años nunca hubo ningún político como él”. Por razones tácticas y electorales, hoy hace todo lo posible por borrar en lo posible este pasado fascista. Pero. al mismo tiempo, sigue manteniendo el símbolo de la llama tricolor de ese partido fascista y lo considera un motivo de orgullo. En sus reuniones también se ve invariablemente un montón de camisas negras que los italianos aún asocian con los milicianos fascistas.
A pesar de sus esfuerzos por presentarse como un partido conservador de corte general, sus discursos están repletos de opiniones neofascistas: los valores familiares, «Italia primero», la inmigración, etc.
Meloni utiliza las ideas de la derecha conservadora tradicional católica para atraer a un gran grupo demográfico. Se manifiesta contra la inmigración masiva, los delincuentes extranjeros, el radicalismo islámico y el lobby LGBT. Según ella, nuestra identidad occidental está bajo ataque y acusa a la UE de complicidad en el «reemplazo» étnico (1) en Europa.
La victoria electoral de Giorgia Meloni llega una semana después del éxito de los Demócratas de Suecia. Este partido de raíces neonazis se convirtió en el segundo mayor de Suecia y es probable que tenga voz en el próximo gobierno. En Francia Marine Le Pen obtuvo 41,5% en las elecciones presidenciales. Son señales claras de un fuerte cambio en el equilibrio europeo hacia la extrema derecha nacionalista.
Razones del ascenso de la extrema derecha
Hay tres grandes razones que explican el gran ascenso de la extrema derecha en Italia. La primera razón es que los partidos tradicionales, incluidos los socialdemócratas, han abandonado a la ciudadanía. Italia es el único país europeo donde los salarios han bajado desde 1990.
9,1 millones de italianos, es decir, el 31% de la población activa, tiene un trabajo precario o trabaja por salarios muy bajos. Otros 2,4 millones de italianos están sin trabajo. En la actualidad unos 5,6 millones de italianos viven en pobreza absoluta,un 9% de la población. Entre los jóvenes menores de 18 años esta cifra se eleva hasta el 14%. A consecuencia de ello es muy baja la confianza en la política. Sólo el 34% sigue confiando en el Parlamento y solo un 27% cree en los partidos políticos. La extrema derecha sabe muy bien cómo sacar provecho de toda esta miseria y descontento con la clase política.
Una segunda razón tiene que ver con la guerra en Ucrania. Tradicionalmente Italia ha mantenido fuertes lazos con Rusia, pero cuando estalló la guerra, el tecnócrata primer ministro Draghi se puso firmemente del lado del bando occidental en contra de Moscú. Veía los sacrificios que pedía a los italianos como una elección difícil: “¿Quieren paz o aire acondicionado?»
Mientras tanto, los precios de la energía se pusieron por las nubes y la inflación llegó a un 8 o 9%. Los grupos de la industria advierten de cierres de empresas a gran escala y despidos si el gobierno no toma medidas drásticas.
Matteo Salvini, líder de la Lega Nord, supo aprovechar ese tema con destreza en el período previo a las elecciones: «Europa ha optado por imponer sanciones [a Rusia]. Está bien, pero el precio de las sanciones no debe ser pagado por las familias y las empresas italianas. Las medidas impuestas por Europa no ponen de rodillas a quienes desencadenaron la guerra: Putin, ministros, oligarcas y generales. ¿Quién paga por las sanciones? Vosotros».
Una tercera razón es la normalización de la extrema derecha desde la década de 1990. Su gran impulsor fue Silvio Berlusconi, el máximo responsable de Forza Italia. Los partidos de extrema derecha participaron en casi todos los gobiernos que dirigió desde 1994 a 2011. Un antiguo ministro de Forza Italia hizo el saludo romano fascista en el parlamento.
En 2008 Giorgia Meloni se convirtió en ministra de la juventud en el gabinete de Berlusconi. Entonces era miembro de la ultraderechista Alianza Nacional, sucesora del fascista Movimiento Social Italiano, lo que la convirtió en la ministra italiana más joven de la historia.
Como Berlusconi controlaba gran parte de los medios de comunicación italianos, entre ellos tres canales de televisión, tampoco es sorprendente que la extrema derecha recibiera un buen tratamiento en los medios de comunicación tradicionales.
¿Qué debemos esperar?
Al igual que otros partidos de extrema derecha en el extranjero, Meloni intenta proyectar una imagen social. Pero es puro engaño para conseguir la mayor cantidad posible de votos de los trabajadores. Su programa socioeconómico es muy similar al de Viktor Orbán, el primer ministro húngaro de extrema derecha, al que admira. La política socioeconómica de Orbán es muy favorable a las empresas y tiene un fuerte sesgo nacionalista.
Meloni es pro-OTAN y sus anteriores opiniones antieuropeas se han atenuado mucho. Además, Italia tiene poco margen de maniobra para dirigir su propio rumbo en el campo socioeconómico. Italia depende de un paquete de 200.000 millones de euros de la UE para recuperarse y el país tiene una deuda externa de casi 3 billones de euros.
Aun así, cabe esperar firmes tensiones con Bruselas en materia de derechos democráticos. Meloni dijo al respecto que la legislación nacional de los países debe tener prioridad sobre la legislación de la UE. Es de temer que, al igual que en Polonia y Hungría, se socave el estado de derecho, se recorten las libertades personales y se reduzca el espacio para la democracia.
Los trabajadores y los sindicatos italianos también se enfrentan a un periodo difícil. A la extrema derecha no le gustan los sindicatos. El año pasado los partidarios de extrema derecha de Forza Nuova, un movimiento neofascista, atacó e invadió la sede del mayor sindicato de Italia (CGIL) y causó destrozos. Estos grupos se sentirán fortalecidos por la victoria electoral de Meloni y compañía.
Los sindicatos son conscientes de que la ultraderecha no será derrotada en las urnas, sino que tendrá que ocurrir en las calles, en los centros de trabajo. Por lo tanto, están movilizando al máximo para las acciones en otoño. A pesar de los altos precios de la gasolina, o precisamente a causa de ello, podría ser un otoño caliente.
Nota:
(1) El término «reemplazo» proviene del libro Le Grand Remplacement (El gran reemplazo) de Renaud Camus (2011). Según esta teoría racista y conspirativa de extrema derecha, se está poniendo en marcha una «repoblación» deliberada en la que la población francesa y, por extensión, la europea, está siendo sustituida por africanos y otras personas consideradas inferiores. En esta conspiración para hundir la civilización occidental las personas nativas inferiores juegan bajo el mismo techo con lo que se llama las «élites»: medios de comunicación, intelectuales y políticos.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la traducción.
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