14 noviembre 2022

3 patrones de alimentación saludable que te pueden ayudar a regular el nivel de azúcar en la sang

Por: Analía Llorente

BBC Mundo News

Clara Eugenia Pérez Gualdrón

FUENTE DE LA IMAGEN,CLARA EUGENIA PÉREZ GUALDRÓN

Pie de foto,

Clara Eugenia Pérez Gualdrón es vicepresidenta de la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD) y profesora asociada de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia.

La glucosa es el combustible más importante que tenemos para nuestro cuerpo.

Porque de ella extraemos la energía que necesitamos para movernos, pensar o que el corazón lata. Es fundamental para nuestras funciones vitales.

Pero si ese nivel de glucosa (o azúcar) en la sangre no es el adecuado, esto puede traernos serios problemas de salud.

La diabetes es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por niveles elevados de glucosa en sangre, que con el tiempo conduce a daños graves en el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios.

Una mujer se pincha el dedo para medirse el nivel de azúcar en sangre.

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La más común es la diabetes tipo 2, generalmente en adultos, que ocurre cuando el cuerpo se vuelve resistente a la insulina o no produce suficiente insulina.

Se estima que 62 millones de personas en todo el continente americano viven con diabetes tipo 2, señala la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Este número se triplicó en la región desde 1980 y se estima que alcanzará la marca de 109 millones para 2040, según el Diabetes Atlas.

La prevalencia de la enfermedad aumentó más rápidamente en los países de ingresos bajos y medianos que en los países de ingresos altos.

Una mujer se aplica una inyección en el abdomen.

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Este 14 de noviembre, Día Mundial de la Diabetes, preguntamos: ¿cuáles son los alimentos que debemos consumir -y cuáles no- para ayudar a mantener regulado el nivel de azúcar en sangre?

Para conocer la respuesta, hablamos con Clara Eugenia Pérez Gualdrón, vicepresidenta de la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD) y profesora asociada de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia.

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¿Por que hay que mantener los niveles de azúcar en la sangre regulados?

Uno pensaría que si comes azúcar, la glucosa en sangre sube, aunque esto no es así.

Tenemos un complejo enzimático desregulador hormonal que hace que la glucosa se mantenga en los niveles ideales durante las 24 horas del día.

Pero es importante mantenerla regulada. Es decir, que ni suba mucho ni que baje en exceso. Ese es el problema que suelen tener los pacientes con diabetes.

Si uno tiene la glucosa muy alta en períodos largos, esta produce tóxicos en el cuerpo que con en el tiempo dañan el organismo. Por ejemplo, los pequeños y grandes vasos sanguíneos.

Un paciente con diabetes con hiperglucemias crónicas puede llegar a perder, por ejemplo, la función de los ojos y los riñones, y podría incluso llegar a ser amputado. Son las complicaciones crónicas de la diabetes.

Y si el nivel de azúcar en sangre es muy bajo, eso puede llevar a la muerte del paciente en cuestión de segundos.

Entonces no es bueno ni tenerla muy alta ni tenerla muy baja.

Un dedo con una gota de sangre.

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En la diabetes contamos con los puntos de corte para conocer los niveles saludables de glucosa.

Por ejemplo, se sabe que en un ayuno - durante un periodo de seis a ocho horas- debemos tener la glucosa en alrededor de 100 o menos.

Y después de comer, no debe superar los 140. Si pasa esas marca, hay algún problema.

¿Existen alimentos que ayudan a regular el nivel de azúcar en la sangre?

Existe un patrón de alimentación saludable. Hay alimentos que ayudan a que la glucosa esté regulada y otros que, por el contrario, evitan que se regule.

El patrón de comida saludable tiene tres componentes fundamentales:

1. Consumir frutas y verduras.

2. Suprimir los alimentos concentrados en azúcar.

3. Disminuir los alimentos que contienen mucha grasa saturada y reemplazarlos con los que contienen grasas monoinsaturadas.

Salvado de trigo.

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Pie de foto,

El salvado de trigo es rico en fibra.

Los alimentos que podemos consumir que regulan muy bien la glucosa son los ricos en fibra, como el salvado de trigo. Además, hay que consumir mucho líquido.

Esta es la hoja de ruta.

¿Cuáles son esas las frutas y verduras y cuánto deberíamos comer?

Come cuánta verdura puedas. Nosotros nunca abusamos de las verduras.

Sin embargo, de la fruta sí abusamos. Y esto ocurre especialmente en América Latina porque la región es rica en árboles frutales.

La fruta hay que comerla en porciones. La recomendación al paciente es la fórmula 3-2: dos porciones de fruta al día y tres porciones de verdura. O al revés: tres de fruta y dos de verdura.

Dos hombres llevando un carro con babanas.

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Generalmente, como está construida nuestra alimentación en América Latina, en el desayuno incluimos fruta. A media mañana, comemos fruta. Y a media tarde, volvemos a comer fruta.

Mientras que las verduras estarían ubicadas en el almuerzo y la cena.

El secreto está en comer verduras de tres colores diferentes en la porción porque así se está nutriendo al cuerpo de un complejo de vitaminas, minerales o microelementos que traen esos alimentos.

Uno a veces es monotemático y se pone a comer banano (o banana), banano y banano. Es la fruta más elegida por el latino. Pero el banano justamente tiene una cantidad de azúcar mayor que las demás frutas.

La mayor parte de las frutas son al 10% de glucosa. Es decir, que en 100 gramos de una fruta, 10% de ella es glucosa. Hay otras que son al 20%, como el banano. Y hay otras que son al 5% como la mandarina.

Si uno come cuatro mandarinas es como si se comiera un banano en proporción de azúcar.

Frutas y verduras colodidas.
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Patrón de alimentación saludable

Para ayudar a regular el nivel de azúcar en la sangre.

  • 1Consumir frutas y verduras

  • 2Suprimir los alimentos concentrados en azúcar

  • 3Disminuir los alimentos que contienen mucha grasa saturada y reemplazarlos con los que contienen grasa monoinsaturadas

Fuente: Clara Eugenia Pérez Gualdrón, vicepresidenta de la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD)

¿Cuáles son los alimentos que concentran mucho azúcar?

En muchas partes se desayuna café con leche y se le agrega azúcar. Hay que eliminar ese azúcar que sumamos.

Cuando el paciente te dice: "¡Ah! Pero el café es tan amargo", entonces recomiendo un reemplazo: el edulcorante.

Ese edulcorante puede ser calórico o no calórico. Usar un edulcorante calórico implica que la glucosa se le va a subir. Por lo tanto, se recomienda un edulcorante no calórico.

Sin embargo, la evidencia muestra que los edulcorantes no calóricos deterioran la flora gastrointestinal. Y esto tiene tres impactos importantes en el cuerpo.

Café con leche

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Pie de foto,

El café con leche lo tomas: ¿con azúcar, edulcorante o solo?

La flora intestinal sirve para la inmunidad del cuerpo, para regular el peso corporal y para favorecer la producción de neurotransmisores que están asociados a la felicidad, para que uno se sienta bien.

Como les digo a mis estudiantes, muchos permanecen gordos, tristes y con gripa. ¿Por qué? Porque no tienen bacterias, porque las eliminan con el edulcorante no calórico.

Muchas de las gaseosas son endulzadas con edulcorantes no calóricos que destrozan nuestra flora gastrointestinal.

También está el alto consumo de líquidos azucarados, como los jugos.

Hay un ejemplo clásico para esto: ¿qué es más dulce: una fresa o una papa? Todos responden una fresa.

Pero ¿cuál de las dos tiene más azúcar? 100 gramos de fresa tienen 5% de azúcar. Y 100 gramos de papas, o una papa grande, tienen un 20% azúcar.

Jugo de fresa.

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Si uno hace un jugo, hace que el azúcar de la fresa sea soluble, por lo que uno lo absorbe con mayor rapidez. Entonces, a la fresa es mejor comerla entera.

Mientras que si uno se come la papa cocida completa se va a demorar un tiempo para digerirla, por lo que el azúcar de la sangre no va a subir tan rápidamente.

Existe lo que yo llamo higiene de los hábitos de la alimentación. Esto es comer acompañado, a sus horas, sentado y con la cantidad de masticación que se necesita. Si yo mastico la papa, a los 15 minutos llegan señales de saciedad al cerebro.

¿Y cuáles son las grasas saturadas?

Hay que disminuir la grasa saturadas y aumentar la grasa monoinsaturadas.

Para esto hay que utilizar aceite oliva.

En los países del cono sur se consume mucho, pero en otras regiones de América Latina no.

En vez de estar consumiendo aceite de oliva, están usando el tejido celular subcutáneo del cerdo o del pollo. Es decir, derretir su piel. En muchas regiones se le llama manteca (no hay que confundir con la mantequilla).

Aceite de oliva sobre una ensalada

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Eso es grasa saturada. Toda grasa que es sólida a temperatura ambiente tiene mucho componente de ácido graso saturado.

Y esto en mucha concentración en nuestra sangre hace que la insulina no funcione bien.

Si la insulina no funciona bien, se aumenta el nivel de azúcar en la sangre automáticamente.

Por el contrario, alrededor de 20 mililitros de aceite de oliva al día es un consumo de grasa ideal. Esa grasa hace que tu vida funciona mejor. Y por lo tanto, el nivel de glucosa se reduce.

Clara Eugenia Pérez Gualdrón
Clara Eugenia Pérez Gualdrón
El banano (o banana) es la fruta más elegida por el latino. Pero el banano justamente tiene una cantidad de azúcar mayor que las demás frutas"
Clara Eugenia Pérez Gualdrón
Vicepresidenta de la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD)

¿Qué debería comer y qué no un diabético?

Debería comer más frutas y verduras, y menos alimentos concentrados en azúcar, evitar los líquidos azucarados y consumir grasa positiva como la que está en el aceite de oliva.

También esa grasa está en los frutos secos y en los pescados de aguas marinas frías y profundas.

Pero, además de la alimentación, es fundamental caminar, caminar y caminar.

Un niño toma una bebida cola.

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Si haces ejercicio, montas bicicleta, patines, nadas, está muy bien. Pero por lo menos camina más de 7.000 pasos al día.

Hay que abandonar las horas de estar sentado. Lo que lo mata a uno es la silla. Es un enemigo silencioso.

Si pasas 8 horas del día sentado, empieza a reducir eso a la mitad o a la tercera parte. Puedes empezar a trabajar parado o caminando y tratar de moverte. Eso es algo que uno puede implementar.

Todo este complejo plan nutricional tiene que ir acompañado de la actividad física y eso hará que te sientas muchísimo mejor.

¿Y la copa de vino es mala para el nivel de glucosa en la sangre?

Tomar moderadamente impacta positivamente en el sistema cardiovascular. Si uno toma una copa de vino al día no hace daño. Al contrario, hace bien.

El vino tiene una gran cantidad de químicos que alteran la salud positivamente.

El problema está en que la mayor parte de los latinoamericanos no consumimos el vino como en el sur de América Latina, donde se toma una o dos copas al día con las comidas.

Lo malo es el acumulado. Por ejemplo, si el sábado uno se toma todas las copas de vino de la semana juntas.

Entonces no se recomienda tomar alcohol.

Cuatro mujeres juntas que van a hacer ejercicio.

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Pero el paciente con diabetes que se perjudica si toma vino es aquel que tiene una dislipidemia de tipo hipertrigliceridemia.

Porque el alcohol en el hígado favorece la construcción de nuevos triglicéridos que, eventualmente, pueden perjudicar al paciente con diabetes.

¿Existe algún otro factor que nos ayude a regular nuestra glucosa?

Otra cosa muy importante son las horas de sueño. A veces el sueño alimenta más que la propia alimentación.

¿Cómo hacer para mejorar la calidad del sueño? Practicando actividad física todos los días.

Si sigues todos estos pasos ya veras que todo irá muy bien.

Una evaluación sobre los primeros 100 días del gobierno de Gustavo Petro

Por: Análisis Crítico

Periodistas de las distintas cadenas de la Tv colombiana, hacen un análisis de los primeros 100 días de la gestión del presidente colombiano Gustavo Petro.

El presidente Petro ha sostenido que su gestión se basa en un programa social que le permitirá a los ciudadanos mejorar su economía.

Educación,economía,Seguridad alimentación y salud son las prioridades de la agenda social.

También se establece en lo político, puntos claves como la soberanía, relaciones internacionales y los mecanismos de la nueva integración latinoamericana.


 

Lo que debe saber sobre la seguridad alimentaria y el cambio climático

Por: Banco Mundial


Cómo afecta el cambio climático a la seguridad alimentaria mundial en la actualidad y qué podemos esperar en el futuro? Le pedimos a William R. Sutton, director global de Agricultura Climáticamente Inteligente del Banco Mundial, que nos explicara los posibles impactos del calentamiento del planeta en el sistema alimentario.

¿Cuál es la situación de la seguridad alimentaria mundial en la actualidad y qué función cumple el cambio climático?

El número de personas afectadas por inseguridad alimentaria aguda aumentó en 82 países de 135 millones en 2019 a 345 millones en junio de 2022, ya que la guerra en Ucrania, las interrupciones de las cadenas de suministro y las consecuencias económicas de la pandemia de COVID-19 hicieron subir los precios de los alimentos a máximos históricos.

La inseguridad alimentaria mundial ya había aumentado, debido en gran parte a los fenómenos climáticos. Por su parte, el calentamiento global influye en los patrones meteorológicos, provocando olas de calor, lluvias intensas y sequías. En 2021, el aumento de los precios de los productos básicos alimentarios fue uno de los factores principales que llevó a aproximadamente 30 millones de personas más de los países de ingreso bajo a padecer inseguridad alimentaria.

Al mismo tiempo, una parte importante del problema es la forma en que se producen los alimentos hoy en día. Recientemente se estimó que el sistema alimentario mundial es responsable de alrededor de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), solo superado por el sector de la energía. Y, además, es la principal fuente de metano y de pérdida de biodiversidad.

 

Recientemente se estimó que el sistema alimentario mundial es responsable de alrededor de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), solo superado por el sector de la energía. Y, además, es la principal fuente de metano y de pérdida de biodiversidad.

 

¿Quiénes son los más afectados por los impactos climáticos en la seguridad alimentaria?

Alrededor del 80 % de la población mundial que está más expuesta a las malas cosechas y al hambre derivada del cambio climático se encuentra en África subsahariana, Asia meridional y Asia sudoriental, donde las familias de agricultores son desproporcionadamente pobres y vulnerables. Una sequía grave causada por el fenómeno El Niño o por el cambio climático (i) puede empujar a millones de personas más a la pobreza. Esto es cierto incluso en lugares como Filipinas y Vietnam, países en que los ingresos son relativamente altos, pero donde los agricultores suelen vivir al borde de la pobreza, y los aumentos de los precios de los alimentos tienen un impacto mucho mayor en los consumidores pobres de las zonas urbanas.

¿Cómo podría el cambio climático afectar la agricultura y la seguridad alimentaria en el futuro?

Hasta cierto punto, las mayores temperaturas y el CO2 pueden ser beneficiosos para los cultivos. Pero el aumento de las temperaturas también acelera la evapotranspiración (i) de las plantas y los suelos, y debe haber también suficiente agua para que los cultivos prosperen.

En las zonas donde los recursos hídricos ya son limitados, el cambio climático causará cada vez más impactos adversos en la producción agrícola debido a la disminución de los suministros de agua, el aumento de fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones y tormentas severas, el estrés térmico y una mayor prevalencia de plagas y enfermedades.

A partir de cierto punto de calentamiento —y especialmente por encima de un aumento de 2 °C en las temperaturas medias mundiales— la adaptación se vuelve más difícil y cada vez es más cara. En los países donde las temperaturas ya son extremadamente altas, como el cinturón del Sahel en África o Asia meridional, el aumento de las temperaturas podría tener un efecto más inmediato en cultivos que son menos resistentes al calor, como el trigo.

Si no se implementan soluciones, la disminución del rendimiento de los cultivos, especialmente en las regiones con mayor inseguridad alimentaria, empujará a más personas a la pobreza. Se estima que, para 2030, unos 43 millones de personas podrían caer por debajo de la línea de pobreza tan solo en África.

 

Si no se implementan soluciones, la disminución del rendimiento de los cultivos, especialmente en las regiones con mayor inseguridad alimentaria, empujará a más personas a la pobreza. Se estima que, para 2030, unos 43 millones de personas podrían caer por debajo de la línea de pobreza tan solo en África.

 

¿Cómo puede adaptarse la agricultura al cambio climático?

Es posible reducir las emisiones y aumentar la resiliencia, pero para hacerlo se necesitan importantes cambios sociales, económicos y tecnológicos. Existen algunas estrategias clave:

Utilizar el agua de una manera más eficiente y eficaz, en combinación con políticas para gestionar la demanda. Construir más infraestructura de riego quizás no sea una solución si el futuro suministro de agua resulta insuficiente para abastecer los sistemas de riego, lo que, según nuestras investigaciones, puede ser el caso en algunos países. Otras opciones incluyen una mejor gestión de la demanda de agua, así como el uso de sistemas y tecnologías avanzadas de contabilidad para evaluar la cantidad de agua disponible, incluidos sensores de humedad del suelo y mediciones satelitales de la evapotranspiración (i). Estas medidas pueden facilitar técnicas tales como la alternancia humectación/secado de arrozales, que ahorran agua y reducen, al mismo tiempo, las emisiones de metano.

Cambiar a cultivos que necesiten menos agua. Por ejemplo, los productores de arroz podrían empezar a cultivar productos como el maíz o las legumbres, que requieren menos agua. Al hacerlo, ayudarían también a reducir las emisiones de metano, porque el arroz es una de las principales fuentes de emisiones agroalimentarias. Sin embargo, una cultura que ha cultivado y consumido arroz durante miles de años no puede dejar de hacerlo tan fácilmente y empezar a cultivar otros productos que consumen menos agua y generan menos emisiones.

Mejorar la salud del suelo. Esto es sumamente importante. Aumentar el carbono orgánico en el suelo ayuda a retener mejor el agua y permite a las plantas acceder al agua de manera más fácil, aumentando la resiliencia a la sequía. Esta medida proporciona también más nutrientes sin necesidad de tanta cantidad de fertilizantes químicos, que constituyen una fuente importante de emisiones. Los agricultores pueden recuperar el carbono perdido dejando de labrar el suelo y utilizando cultivos de cobertura, especialmente de raíces grandes, en el ciclo de rotación en lugar de dejar las tierras en barbecho. Estos tipos de soluciones basadas en la naturaleza para los desafíos ambientales podrían producir el 37 % de la mitigación del cambio climático necesaria (i) para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. Pero lograr que los agricultores adopten estas prácticas llevará tiempo y se necesitará concientización y capacitación. En los lugares donde las parcelas agrícolas son pequeñas y los agricultores no pueden darse el lujo de dejar las tierras improductivas o incluso rotar con cultivos de leguminosas, mejorar la salud del suelo podría plantear un desafío.

 

¿Qué hace el Banco Mundial para ayudar a los países a generar seguridad alimentaria ante el cambio climático?

El Plan de Acción sobre el Cambio Climático del Grupo Banco Mundial (2021-25) permite incrementar el apoyo para la agricultura climáticamente inteligente en todas las cadenas de valor agrícolas y alimentarias y mediante intervenciones tecnológicas y normativas para aumentar la productividad, mejorar la resiliencia y reducir las emisiones de GEI. El Banco también ayuda a los países a abordar la pérdida y el desperdicio de alimentos y a gestionar los riesgos de inundaciones y sequías. Por ejemplo, en Níger, un proyecto respaldado por el Banco (i) tiene como objetivo beneficiar a 500 000 agricultores y pastores en 44 comunas con la distribución de semillas mejoradas y resistentes a la sequía, sistemas de riego más eficientes y un mayor uso de la agroforestería y las técnicas de agricultura de conservación. Hasta la fecha, el proyecto ha ayudado a 336 518 productores a gestionar sus tierras de manera más sostenible y ha permitido aplicar prácticas agrícolas más sostenibles en 79 938 hectárea



Invitan al presidente Maduro para relanzamiento de la Unasur

Por: Análisis Crítico

En carta enviada al presidente Nicolás Maduro varios expresidentes de la región plantean reactivar el mecanismo integrador.


Además del planteamiento geopolítico como una necesidad, los firmantes explican que legalmente la Unasur existe y será fácil técnicamente retomar su papel.

En la misiva destacan la necesidad de integrar la región, resaltando al tiempo su potencialidades «con sus 18 millones de kilómetros cuadrados y sus 422 millones de habitantes que representan por lo demás dos tercios de la población total de América Latina».

Entre otros firmantes de la comunicación enviada al Presidente Nicolás Maduro figuran los exmandatarios: Rafael Correa de Ecuador; Dilma Rouseff de Brasil; Eduardo Duhalde de Argentina; Ricardo Lagos de Chile; José Mujica de Uruguay y Ernesto Samper de Colombia. La misiva suma además las rúbricas de excancilleres, exministros, exparlamentarios e intelectuales sudamericanos.

«Confiamos en su visión para hacer de nuestra América del Sur un motor impulsor de un nuevo nivel de unidad e integración latinoamericana, anclada en la solidaridad continental y en los valores permanentes de la paz y la democracia» cierra la carta enviada al presidente Maduro.

De seguidas se publica el texto íntegro de la comunicación enviada a gobernantes de la región:

Estimado Presidente,

Somos un grupo de ex presidentes, cancilleres, ministros, parlamentarios e intelectuales sudamericanos que buscamos aportar a los desafíos del tiempo presente. Nos anima la necesidad de dejar atrás una historia de sueños rotos, promesas incumplidas y oportunidades perdidas. Una pandemia que azota al mundo por casi tres años, la guerra de Rusia con Ucrania y la agudización de la disputa entre China y los Estados Unidos han creado un nuevo escenario internacional. La globalización tal cual se organizó hasta hoy está en cuestión. Así lo están también las viejas formas de integración asimétrica entre países centrales y periféricos. El mundo nuevo que emerge conlleva amenazas, pero también oportunidades que no se pueden volver a desperdiciar. Una crisis climática que no cesa de agravarse y una anomia en cuanto al respeto al derecho internacional genera una especie de caos global en el cual asoma incluso el riesgo de una tragedia producida por el armamento nuclear. Se requiere una intervención urgente de los organismos multilaterales los que hoy día están desgraciadamente debilitados y son a menudo impotentes.

La hegemonía norteamericana está desafiada por la emergencia de China, nación milenaria gobernada de manera centralizada. Por su parte, la Unión Europea busca defender su modelo de cohesión social y abrir sin por ahora conseguirlo espacios que le permitan conquistar su autonomía estratégica. Paralelamente, el llamado Sur Global con nuevas potencias emergentes busca abrirse paso e influir en el diseño de una nueva gobernanza del planeta.

Una característica esencial del nuevo escenario es la fragmentación del espacio mundial que tiende a reorganizarse en torno a grandes bloques regionales que en la medida en que se vayan cerrando pueden llegar a constituirse en verdaderas fortalezas. La geopolítica tiende a desplazar a la razón económica del centro de gravedad de las decisiones. Cobran en este cuadro nueva actualidad nociones como soberanía sanitaria, alimentaria o energética. Los países de la Unión Europea comenzando por la Alemania, el más poderoso económicamente, experimentan de manera dramática los rigores de su dependencia energética de una potencia con la que han entrado en conflicto. En este mundo de bloques regionales, nuestra América Latina aparece como una región marginal e irrelevante. Es por lejos la más golpeada por la pandemia y la crisis económica y social que la siguió.

Con solo un 8% de la población mundial, América Latina registra más de un cuarto del total de fallecidos por COVID, experimentó una recesión doblemente más profunda que la de la economía mundial y vio aumentar en cerca de 50 millones el número de personas que viven en condiciones de pobreza. Priman en la región la fragilidad de las estructuras productivas, la acentuación de la dependencia de un número reducido de productos primarios, el debilitamiento de las instituciones democráticas y la fragmentación política que impide levantar una voz común frente a los asuntos globales. La reciente "Cumbre de las Américas "mostró con total crudeza la ausencia de una posición común de nuestros gobernantes al punto que el centro de la discusión fue ocupado por las exclusiones y las ausencias.

Estimado Presidente,

Nos asiste la convicción que este cuadro desolador no es inexorable. Nuestra región puede más. De a poco, el proceso de integración está reviviendo. La iniciativa del Presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador permitió la reactivación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) creada en el 2010 que estaba paralizada desde el 2017. La Cumbre celebrada en septiembre del 2021 hizo posible el reencuentro y la adopción de un importante plan de acción en materia de autosuficiencia sanitaria destinado a fortalecer la producción y distribución de medicamentos, en especial vacunas, en vistas a reducir nuestra dependencia externa. En la actualidad, la Presidencia Pro Tempore asumida por el Presidente de Argentina Alberto Fernández busca darle continuidad a este esfuerzo profundizando la "unidad en la diversidad" como imperativo ético para crecer con más igualdad y justicia.

La integración es hoy más necesaria que nunca. Un esfuerzo significativo en esa dirección permitiría alimentar un círculo virtuoso que fortalecería las instancias multilaterales y aportaría a un bien superior hoy día en peligro: La Paz. A diferencia de otras regiones, América Latina y el Caribe hace mucho tiempo que erradicó las guerras entre países y puede presentarse al mundo como Zona de Paz. Puede ser también una región que aporte a la paz practicando una rigurosa política de autonomía respecto a las grandes potencias. Una América Latina integrada, no alineada y en paz recuperará prestigio internacional y podrá superar la irrelevancia en la que nos encontramos. Quedaremos así en mejores condiciones para enfrentar las cuatro mayores amenazas que acechan a la región: cambio climático, pandemias, desigualdades sociales y regresión autoritaria.

Los procesos electorales recientes han permitido el triunfo de gobernantes y coaliciones políticas favorables al reimpulso de la integración regional. A partir de enero del 2023 tendremos en todos los países más grandes, sin ninguna excepción, gobiernos partidarios de retomar y fortalecer los procesos de integración. Es una oportunidad que no se puede dejar pasar. Juntos podemos hacer oír nuestra voz. Divididos nos invisibilizamos y no somos escuchados. Los esfuerzos en materia de integración son antiguos y hasta ahora sus resultados modestos. Las diferencias con otros esquemas como la Unión Europea (UE) o la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), entre otros, son abismales. Así, por ejemplo, mientras en la UE el comercio interregional representa más del 70% del total, en América Latina luego de sucesivas caídas no alcanza en la actualidad a más del 13%.

La idea noble de la integración ha llegado a ser para muchos una tarea imposible. Décadas de frustraciones han mermado el prestigio de la idea misma de integración y debilitado el campo de las fuerzas sociales y políticas llamadas a sustentarla. Para avanzar, la sustancia debe superar a la retórica, las realizaciones deben estar por sobre los discursos.

La diversidad de la región latinoamericana y caribeña obliga a entender la integración como un proceso que adopta necesariamente una geometría variable que se compone de varios planos que se expanden a distintas velocidades. Cada una de las subregiones tiene particularidades que si no se toman en cuenta terminan frenando el conjunto del proceso. México en América del Norte, América Central, el Caribe y América del Sur tienen objetivos y reivindicaciones en común respecto del mundo, pero presentan al mismo tiempo especificidades que les son propias. Es evidente que una gran nación como México constituye una realidad particular muy distinta a la de América del Sur dado su comercio fuertemente orientado al mercado norteamericano, concentrado en bienes manufacturados y con mucho menor gravitación de la China. La excepcionalidad mexicana no tiene por qué transformarse en rivalidad. Si en algún momento la hubo, llegó la hora de superarla. Profundos lazos históricos, culturales y lingüísticos nos unen con México. En el nuevo escenario internacional, organizado en torno a grandes bloques una relación estrecha entre México, América Central, el Caribe y América del Sur, representa una gran ventaja para el conjunto.

América del Sur constituye una entidad en sí misma con sus 18 millones de kilómetros cuadrados y sus 422 millones de habitantes que representan por lo demás dos tercios de la población total de América Latina. Con costas en el Atlántico y en el Pacífico tiene un enorme potencial para procesos de integración física y de comunicaciones que deben ponerse en práctica con estricto respeto a estándares ambientales exigentes, la organización de cadenas productivas y el desarrollo de un mercado común. América del Sur tiene también amplios espacios para la cooperación en el ámbito político, cultural, financiero, militar y científico-técnico.

Por otra parte, cambios políticos muy recientes como los que han tenido lugar en Chile, Colombia y Brasil, están generando en esta subregión un nuevo impulso transformador. Las potencialidades de América del Sur solo podrán concretarse en la medida en que los países que la componen generen un espacio que les permita concertarse, identificar proyectos en común y desplegar iniciativas conjuntas. Esta necesidad fue bien visualizada en su momento y llevó a la conformación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) a través del Tratado Constitutivo suscrito en Brasilia en 2008 que entró en vigencia en el 2011.

Durante sus siete años de funcionamiento UNASUR desarrolló múltiples iniciativas de interés. Son especialmente valorados sus esfuerzos en materia de manejo de crisis político-institucionales y destaca el funcionamiento del Consejo de Defensa que hizo avances notables en este delicado terreno. Se produjeron también progresos en el campo de la sanidad y la elaboración de un amplio portafolio de proyectos de infraestructura física. Sin embargo, su débil capacidad de ejecución, la ausencia de una dimensión económica, comercial y productiva y el abuso del veto implícito en la regla del consenso en los procesos de toma de decisión, incluso para el nombramiento del secretario general, facilitaron la paralización de UNASUR y el intento por sustituirla por el llamado Foro para El Progreso de América del Sur (PROSUR) en el 2019. Sin embargo, en los hechos, PROSUR no pasó de ser un emprendimiento improvisado y precario, con nulas capacidades operativas como quedó demostrado con su total inoperancia durante la pandemia, momento en el cual la acción concertada era especialmente necesaria. PROSUR es en la actualidad un conjunto vacío, una institución fantasma.

Urge en consecuencia la reconstrucción de un espacio eficaz de concertación suramericana. Como ha sido documentado en el pormenorizado estudio del Center for Economic and Policy Research (CEPR) el Tratado Constitutivo de UNASUR del 2008 se mantiene vigente para todos los países que no lo han denunciado y la organización sigue existiendo a nivel internacional. Por lo menos cinco países no denunciaron el Tratado y entre los que sí lo hicieron hay por lo menos dos, Argentina y Brasil que lo hicieron de manera irregular, razón por la que podrían optar por anular sus denuncias. Más aún, como quedó demostrado en el estudio aludido, ninguno de los siete países que se retiraron cumplió con lo previsto en el Tratado Constitutivo respecto a lo dispuesto para la búsqueda de diálogo político (artículo 14) para la solución de controversias o para el procedimiento de enmiendas previsto en el artículo 25. En síntesis, UNASUR todavía existe y es la mejor plataforma para reconstituir un espacio de integración en América del Sur.

No se trata sin embargo de una reconstitución puramente nostálgica de un pasado que ya no existe. Una Nueva UNASUR debe hacerse cargo autocríticamente de las deficiencias del proceso anterior.

En concreto debe:

i) Garantizar el pluralismo y su proyección más allá de las afinidades ideológicas y políticas de los gobiernos de turno. En ese sentido hay mucho que aprender de esquemas como la UE o la ASEAN en cuyo interior coexisten países con gobiernos e incluso regímenes de muy distinto signo.

ii) Sustituir la regla del consenso que termina generando un efecto paralizante, por un sistema de toma de decisión con quórums diversos dependiendo de las materias a resolver. En particular la elección del Secretario General no puede estar sujeta al derecho a veto de un país.

iii) Incorporar nuevos actores que complementen el esfuerzo de los gobiernos y de los parlamentos. Las universidades, los institutos tecnológicos, los centros culturales, las representaciones sindicales, las empresas, grandes, pequeñas y medianas deben ser incorporados al proceso. En su ausencia la integración pierde vitalidad y tiende a la burocratización.

iv) Privilegiar la puesta en práctica de una agenda de temas prioritarios. La institucionalidad debe construirse a partir de la agenda velando por su factibilidad y no a la inversa como ha sido a menudo la tradición latinoamericana.
En la agenda prioritaria deben figurar a lo menos:

• Un plan de autosuficiencia sanitaria orientado especialmente a la producción y compra conjunta de vacunas e insumos sanitarios indispensables.

• Acuerdos para facilitar una migración ordenada.

• Un programa integrado de ataque al cambio climático en cumplimiento de los Acuerdos de París.

• Obras prioritarias de conectividad vial, ferroviaria y energética.

• La recuperación para la región del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el potenciamiento del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).

• Medidas que favorezcan la cooperación entre empresas de la región, tales como compras públicas conjuntas y armonización regulatoria.

• La construcción de un planteamiento común de la región respecto a los principales desafíos globales a ser presentado al G20 por parte de los tres países latinoamericanos que participan de esa instancia: Argentina, Brasil y México.

• El establecimiento de un grupo de trabajo para avanzar hacia un sistema de financiamiento de los intercambios comerciales en la perspectiva de una futura integración monetaria cuando las condiciones macroeconómicas así lo permitan.

• Un planteamiento común sobre deuda externa y financiamiento internacional para los países de renta media que constituyen la mayoría de los países de la región.

• Mecanismos que faciliten la colaboración en materia de seguridad pública ciudadana.

• Acuerdos para promover programas de educación y capacitación permanente, en especial del mundo del trabajo para enfrentar el reto de la digitalización.

• Políticas conjuntas para regular la acción de los grandes monopolios tecnológicos.

La reconstitución de un espacio regional suramericano no es contradictorio con el avance de la integración latinoamericana en un sentido más amplio. Una Nueva UNASUR puede ser perfectamente funcional a la proyección de la CELAC. Más aún, no se puede olvidar que la antigua UNASUR fue decisiva en la creación de la CELAC. La Nueva UNASUR puede en consecuencia ser una fuerza que potencie la CELAC tal cual está ha venido reconstituyéndose a partir del 2021.

Sobre la base del principio de geometría variable, es posible identificar una división de roles en virtud de la cual la CELAC sea la llamada a constituirse en el espacio privilegiado para definir una posición común de la región en los temas de la agenda multilateral: cambio climático, transición energética, comercio, inversiones, financiamiento internacional, derechos humanos, desarme, paz y seguridad, migraciones, narcotráfico y delincuencia organizada. La CELAC requiere para ello dotarse de una mínima institucionalidad y de una secretaría técnica con capacidad ejecutiva.

Estimado Presidente,

Es en los momentos de crisis y adversidad en que se hace especialmente necesaria la experiencia y sabiduría de los gobernantes. En el escenario actual están en riesgo las conquistas democráticas tan difícilmente obtenidas en América Latina, luego de la secuencia de dictaduras que azotó a la región en la década de los 70. Tenemos grandes expectativas en los liderazgos que ustedes ejercen frente a sus países. Confiamos en su visión para hacer de nuestra América del Sur un motor impulsor de un nuevo nivel de unidad e integración latinoamericana, anclada en la solidaridad continental y en los valores permanentes de la paz y la democracia.

Ex Presidentes

Michelle Bachelet, Chile
Rafael Correa, Ecuador
Eduardo Duhalde, Argentina
Ricardo Lagos, Chile
José Mujica, Uruguay
Dilma Rouseff, Brasil
Ernesto Samper, Colombia

Ex Cancilleres

Celso Amorin, Brasil
Rafael Bielsa, Argentina
Belela Herrera, Uruguay
José Miguel Insulza, Chile
Jorge Lara, Paraguay,
Guillaume Long, Ecuador
Heraldo Muñoz, Chile
Rodolfo Nin, Uruguay
Aloizio Nunez, Brasil
Felipe Solá, Argentina
Jorge Taiana, Argentina

Ex Ministros

Luiz Carlos Bresser Pereira, Brasil
Manuel Canelas, Bolivia
Adriana Delpiano, Chile
José Dirceu, Brasil
María Do Rosario, Brasil,
Daniel Filmus, Argentina
Tarso Genro, Brasil
Fernando Haddad, Brasil
Jorge Heine, Chile
Salomón Lerner, Perú
Luis Maira, Chile
Aloizio Mercadantes, Brasil
Carlos Ominami, Chile
Paulo Sérgio Pinheiro, Brasil
Mariana Prado, Bolivia
Parlamentarios (ex y actuales)

José Octavio Bordón, Argentina
Guillerme Boulos, Diputado, Brasil
Iván Cepeda, Senador, Colombia
Flavio Dino, ex Diputado Brasil
Marco Enríquez-Ominami, ex Diputado, Chile
Gloria Florez Schneider, Senadora, Colombia
Jaime Gazmuri, ex Senador, Chile
Carmen Hertz, Diputada, Chile
Vilma Ibarra, ex Diputada y ex Senadora, Argentina
Clara López, Senadora, Colombia
Esperanza Martínez, Senadora, Paraguay
Veronika Mendoza, ex Diputada, Perú
Constanza Moreira, ex Senadora, Uruguay
María José Pizarro, Senadora, Colombia
David Racero, Presidente Cámara, Colombia
Mónica Xavier, ex Senadora, Uruguay

Docentes

Evandro Menezes, Brasil
Javier Miranda, Uruguay
Juan Gabriel Tokatlian, Argentina
Vicente Trevas, Brasil
Boris Yopo, Chile

Directivos de organismos internacionales y ex embajadores

Paulo Abrao, ex secretario ejecutivo de la CIDH, Brasil
Rolando Drago, ex Embajador, Chile
Carlos Fortín, ex Subsecretario General UNCTAD, Chile
Marta Mauras, ex directora regional de UNICEF para América Latina y el Caribe, Chile
Carlos Eduardo Mena, ex Embajador, Chile
Osvaldo Rosales, ex Director de RRII, Chile
Juan Somavía, ex Director General de la OIT, Chile.


Que Chávez no sabia bailar?

Por: Ali Anzola


Hice una animación en homenaje a nuestro comandante Chávez, con motivo,  de la celebración de 10 años de la última concentración del comandante Chávez.

Desde la tarima el comandante lanzaba su discurso, mientras la la militancia le pedía que bailará al ritmo de  la canción Chávez,Chávez corazón del pueblo.

En homenaje se la presentó, si les mueve las fibras revolucionarias me dirán si les gustó.






Las sorprendentes ilusiones ópticas de un cientifico japones

 Por: Análisis Crítico



Las ilusiones ópticas se producen porque cuando se presentan varias formas en una única imagen, nuestro cerebroentra en conflicto. Nuestros sentidos filtran información para, posteriormente, ser procesada y modificada por nuestro cerebro. Nuestras ideas y pensamientos son un reflejo de la realidad del mundo.


13 noviembre 2022

Noti Paraco celebrando la gratuidad de la educación en Colombia

Por: Notiparaco


La llegada de Gustavo Petro al palacio de Nariño  trajo buenos augurios para los más humildes de Colombia.
Por que lo que le falta a Colombia es desarrollar la educación y la producción, de manera que las nuevas generaciones recojan los frutos de la siembra de valores.



La economía del futuro | Documental Inteligencia Artificial Brecha de género

Por: Análisis Crítico



La economía del futuro - El futuro es incierto y está lleno de desafíos. ¿Cómo rescatar nuestras ciudades y hacer frente a las desigualdades? ¿Cómo afrontar un futuro envejecido y reducir la brecha de género? Es hora de pensar en el futuro.


Es la ruta de la seda estúpido

Por: La haine

La guerra de la OTAN en Ucrania está dirigida a impedir militarmente la integración euroasiática, eje de la gran estrategia china de la Nueva Ruta de la Seda

Desde hace algún tiempo y con una periodicidad aproximada de una vez por mes, fuerzas aeronavales de EEUU entran, demostrativa y provocativamente, en el estrecho de Taiwán, mientras que las fuerzas chinas responden con diversos movimientos militares que van desde incursiones aéreas hasta lanzamiento de misiles. La conclusión es clara: no solo estamos en una “guerra fría” en Asia Oriental, sino que el peligro de un conflicto militar abierto es muy serio. Si bien nadie lo desea, muchos “expertos” (frecuentemente vinculados al complejo militar-industrial occidental) lo consideran “inevitable”, y todos se acercan físicamente a dicho conflicto por el mero hecho de poner a sus fuerzas armadas permanentemente en contacto. 

Como el último documento oficial de la doctrina militar de EEUU, recién publicado, relaciona directamente en un mismo paquete lo que ocurre entre Ucrania y Rusia con el pulso con China, y estima que esta es la dimensión principal de todo ello, es obligado preguntarse cómo hemos llegado a esto. ¿Qué ha pasado? Para responder hay que observar el marco general de varias décadas de “éxito chino”.

El éxito

La integración de China en la globalización, entendida en este caso como un seudónimo del dominio mundial de EEUU, contenía implícitamente como consecuencia la conversión de China en vasallo de Occidente. 

El propósito era presionar a China para que aplicara las reformas estructurales definidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, abriera totalmente sus mercados a las empresas occidentales y que la integración de las élites chinas en su globalización acabara dando lugar a una forma de gobierno subalterno más aceptable para Occidente que la del Partido Comunista Chino.

No estaba previsto que jugando en el terreno diseñado por otros, China torciera aquel propósito. El “milagro chino” fue usar una receta occidental diseñada para su sometimiento para fortalecerse de forma autónoma e independiente. Lo hizo poniendo condiciones y restricciones a la entrada del capital extranjero en China y, sobre todo, manteniendo un control bien firme de las riendas del proceso. Lo consiguió porque, gracias al bajo precio y alta eficacia de la mano de obra en China, los capitalistas y empresarios extranjeros hicieron enormes beneficios en la “fábrica del mundo” y eso apaciguó y moderó a sus gobiernos.

Los resultados están a la vista y son extraordinarios en todos los órdenes; en términos de incremento en la esperanza media de vida, eliminación de pobreza, PIB (recordemos que en 1980 el peso de China en el PIB global era de 2,3% y hoy es de 18,5%), instrucción, ciencia y tecnología, fortaleza militar, grandes empresas, sin olvidar, naturalmente, el gran progreso en dañinas emisiones ambientales. Todo eso entrará en los manuales de historia y economía del futuro.

Ante este resultado, un conocido comentarista norteamericano (Fareed Zakaria, de la CNN) expresó así su desconcierto: “La estrategia produjo complicaciones y complejidades que desembocaron en una China más poderosa que no respondía a las expectativas occidentales”, es decir, a la expectativa de que, en el proceso, China se convertiría en subalterna.

Todo esto ocurrió en los 30 años anteriores, pero la crónica de los últimos años añadió aún más ansiedad a la situación. La crisis financiera global de 2008, genuino detritus de la economía de casino con centro en EEUU, ofreció la primera gran evidencia de debilidad occidental y de los peligros que contiene la no regulación del sector financiero, así como el hecho general de que el capital mande sobre los gobiernos y no al revés. China gobernó la crisis mucho mejor, como había pasado ocho años antes con el estallido de la burbuja puntocom.

Antes, las desastrosas consecuencias de las guerras que EEUU ha encadenado desde los atentados del 11-S de 2001, con más de tres millones de muertos, unos cuarenta millones de desplazados y varias sociedades y Estados destruidos, hicieron patente una gigantesca irresponsabilidad por parte de la primera potencia mundial. La retirada de EEUU del acuerdo sobre cambio climático y la mala gestión de la crisis de la pandemia en Occidente (en comparación, no solo con China, sino con el conjunto de Asia oriental) incrementaron esa evidencia de desbarajuste. Así que, ante este panorama, la respuesta de EEUU ha sido la presión militar y las sanciones.

La respuesta

Desde la normalización de relaciones chino-soviéticas en mayo de 1989, China disfrutó de treinta años de tranquilidad exterior que le permitieron concentrarse en su desarrollo. 

Autoeliminada la URSS como gran adversario, en los noventa, la mirada de los estrategas de Washington se empezó a dirigir a China, pero el 11-S neoyorkino colocó en el centro al terrorismo yihadista (otro resultado de la mala política anterior que se volvía contra sus autores) y ofreció a China una prórroga de diez años: diez años más de relativa tranquilidad.

En 2012, Obama anuncia el Pivot to Asia: trasladar al Pacífico el grueso de la fuerza militar aeronaval de EEUU, para estrechar el cerco militar alrededor de China. Los chinos reaccionaron poniéndose el cinturón de seguridad: fortaleciendo la autoridad del partido en todos los órdenes y el liderazgo personal en su dirección colectiva. 

Pero sobre todo, en 2013 China anunció la Nueva Ruta de la Seda (Belt & Road Initiative), una ambiciosa estrategia global para salir del cerco y exportar sobrecapacidad. Es decir una estrategia a la vez geopolítica y económica.

La Nueva Ruta de la Seda es un esfuerzo de varias décadas de duración con una financiación astronómica (de 4 a 8 billones de dólares), encaminado a establecer una red geoeconómica internacional de apoyo que integre económica y comercialmente al 70% de la humanidad a través de Eurasia. Sin necesidad de recordar las tesis de Halford Mackinder [quien domina Eurasia domina el mundo] que ahora se desempolvan, eso erosiona, necesariamente, el poder mundial de EEUU en el hemisferio. También complica sobremanera cualquier propósito de cerco a una potencia que, sin ser “amiga”, ni “aliada”, ni “líder de bloque”, es socia positiva de casi todas las naciones.

El objetivo implícito de la Nueva Ruta de la Seda, en palabras de Henry Kissinger, es nada menos que “trasladar el centro de gravedad del mundo desde el Atlántico al Pacífico”. A su lado el histórico Plan Marshall queda como algo pequeño…

Guerra fría

Con Donald Trump el cambio de clima fue brusco, en especial cuando en su discurso de julio de 2020 el secretario de Estado, Michael Pompeo, apeló abiertamente al cambio de régimen en China, señalando directamente al Partido Comunista Chino como el “principal enemigo de EEUU”. 

Pese a la inusitada división del establishment norteamericano, la política de sanciones comerciales y presión militar contra China tiene un amplio consenso en las dos facciones del régimen de EEUU.

Esto ya es una guerra fría abierta, con fuertes campañas de propaganda y demonización del adversario. Con Biden asistimos a una escalada de la tensión con Taiwán, principal productor mundial de semiconductores, en el centro del escenario.

Desde 1978 el reconocimiento del principio de “una sola China”, es decir, que Taiwán forma parte de ella, así como la Taiwán Relations Act (TRA) de 1979, fueron el fundamento de la relación bilateral en ese ámbito.

El contenido de la TRA era ambiguo: aunque la isla pertenecía a China, se contemplaba el suministro de “armas defensivas” a Taiwán y se decía que cualquier intento de que Pekín resolviese por la fuerza la secesión sería motivo de “grave preocupación”. Es decir: no se decía “ayudaremos militarmente a Taiwán si hay conflicto”. 

Ahora sí se dice. Lo ha dicho Biden cuatro o cinco veces. Además, toda la acción de EEUU dibuja un provocador replanteamiento que John Ross expone así en Tricontinental (publicado en castellano por El Salto): 

a) Por primera vez desde el comienzo de las relaciones diplomáticas entre China y EEUU, Biden invitó a un representante de Taipéi a la toma de posesión del presidente de EEUU.

b) La presidenta del Congreso, Nancy Pelosi –la tercera funcionaria estadounidense de mayor rango en el orden de sucesión presidencial– visitó Taipéi el 2 de agosto de 2022.

c) EEUU ha pedido la participación de Taipéi en Naciones Unidas.

d) EEUU ha intensificado la venta de armas y equipo militar a la isla.

e) Han aumentado las delegaciones estadounidenses que visitan Taipéi.

f) Las Fuerzas Especiales de EEUU han entrenado a tropas terrestres y de la marina de Taiwán.

g) EEUU ha incrementado su despliegue militar en el mar de China Meridional y ha enviado regularmente buques de guerra a través del estrecho de Taiwán. 

Al igual que en Ucrania con su integración de facto en la OTAN y su conversión en un ariete militar contra Rusia desde 2014, este fin de la ambigüedad con Taiwán supone que Washington cruza una línea roja histórica de China. Y como en Ucrania, en el entorno geográfico más inmediato del adversario. Además, EEUU está presionando a otros países del entorno chino: Australia, India, Japón, Corea del Sur, (también Inglaterra y la propia UE) a sumarse a las sanciones y coaliciones militares, de la misma forma en que ha hecho en Europa con Ucrania. 

Igual que en Ucrania, en la crisis de Taiwán no hay interés en negociaciones para resolver las tensiones con un paso atrás, ni para prevenir choques militares accidentales, ni para reducir riesgos en general.

La estrategia de seguridad norteamericana afirma que la guerra de Ucrania, y la "debilidad" de Rusia que aprecia en ella, confirman que China representa “la principal amenaza, como único competidor dotado del suficiente poder económico, militar y político necesario para replantear el orden internacional”. Para ello llama a revitalizar la red de alianzas que reste capacidad de maniobra a China. Eso es lo que se está haciendo.

La guerra de Ucrania que, desde luego, China no quería, está dirigida a impedir militarmente la integración euroasiática, que es un eje fundamental de la gran estrategia china de la Nueva Ruta de la Seda. El atentado contra los gasoductos del Báltico son la mejor ilustración de esa acción por romper nexos vitales y debe ser leído en ese contexto. Desde ese punto de vista, Ucrania forma parte y es prolegómeno de la guerra fría actual contra China en Asia Oriental. 

De momento, y aunque ese vector pueda presentar problemas en el futuro, se ha logrado convertir a la Unión Europea en vasallo, e integrarla en esa guerra fría contra su principal socio comercial (China), lo que perjudica gravemente a su propia economía [al igual que lo hacen las sanciones a Rusia].

La conciencia de todo ello explica la posición de China en esta guerra, su postura de que “la seguridad europea debe ser decidida por los europeos” (Xi Jinping a Olaf Scholz en mayo), y su oposición a las sanciones contra Rusia, meridianamente expuesta en abril por la comentarista de la televisión china, Liu Xin: “Nos dicen, ayúdame a luchar contra tu socio ruso para que luego pueda concentrarme mejor en luchar contra ti”. 

“La era de la posguerra fría ha concluido definitivamente y está en marcha una competición entre las principales potencias para dar forma a lo que vendrá a continuación”, escribe Biden en la introducción al documento Estrategia de seguridad nacional de 2022, recién publicado. “China es el único competidor con intención de redefinir el orden internacional, que dispone de las capacidades para hacerlo”, dice. 

La elocuente Ursula von der Leyen, la “presidenta norteamericana de Europa”, según la revista estadounidense Politico, reconoce la unidad de todo el paquete y la beligerancia europea en él cuando afirma que “la guerra de Ucrania no es solo una guerra europea, es una guerra por el futuro del mundo por lo que el ámbito de Europa solo puede ser el mundo entero”.

Puedes ser de la tercera edad pero el Swing nunca te abandona

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