El calendario mesoamericano de 260 días se usaba siglos antes de lo que se sabía, según las evidencias más tempranas descubiertas por un equipo de científicos en antiguos complejos arquitectónicos olmecas y mayas en el sur del Golfo de México.
Estudios anteriores han sugerido que ese calendario se utilizaba mucho antes de que existieran pruebas escritas del mismo, pero ha sido difícil de demostrar debido a la ausencia de pruebas de sistemas de escritura en los inicios de la historia de estas culturas.
Los estudios arqueoastronómicos han demostrado que los edificios cívicos y ceremoniales importantes de Mesoamérica se orientaban, en gran medida, hacia la salida o la puesta del sol en fechas concretas, pero el origen y la difusión de esas prácticas de orientación no estaban claros.
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