En 2014 irrumpió en el mundo el grupo terrorista Daesh, ocupando las primeras planas de la prensa internacional por su criminal accionar en el que los musulmanes fueron sus principales víctimas.
Y pese a que los medios dominantes repetían todo el tiempo “la Casa Blanca está en guerra con ISIS”, un docente experto e investigador advertía ya en 2015 que el grupo terrorista había sido creado por la inteligencia de EE.UU., con la colaboración de la inteligencia del Reino Unido, el régimen israelí y el régimen saudí.
Hasta el propio John Kerry admitió que “esperaban que la utilización del grupo terrorista Daesh en Siria facilitaría la salida del Bashar Al Asad.”
La pregunta es: ¿Se puede sostener que un país está en guerra con un grupo que cumplía precisa y exactamente con la agenda de ese país?
En este contexto, el general Qasem Soleimani combatía a los extremistas contra los que Estados Unidos tenía una curiosa “mala puntería”. Pero, además, los terroristas tenían armas de fabricación estadounidense y hasta eran trasladados en helicópteros norteamericanos.
La labor de Soleimani para lograr el repliegue de Daesh fue tan exitosa que hasta la prensa dominante ponderaba sus logros. Pero, evidentemente fue eso mismo lo que enfureció a quienes usaban a los extremistas como mano de obra tercerizada.
Y así, EE.UU., que se autoproclamó “líder de la lucha contra el terrorismo”, terminó martirizando al general que logró el repliegue del terrorismo en Asia Occidental y evitó más derramamiento de sangre.
Hablamos sobre la figura de quien al día de hoy es homenajeado por distintas naciones a las que protegió y defendió con el periodista Jorge Kreyness.
Los medios dominantes tal vez no tengan cura, pero al menos dudemos de aquellas “píldoras” que pretenden que traguemos.
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