(Más que un cambio de imagen). Bachelet también señaló que se habían registrado «menos muertes en el contexto de operaciones de seguridad» que en los años anteriores. Cabe señalar que el trabajo de la ONU ha mencionado con circunspección las sanciones estadounidenses, un punto que ha suscitado las críticas de los partidarios más fervientes del gobierno de Maduro.
La represión en Venezuela no sólo se ha dirigido contra la derecha, sino también contra la izquierda. A los partidos de izquierda que se oponen a Maduro, como Marea Socialista, se les ha impedido registrarse para presentarse a las elecciones. En mayo de 2021, el colectivo izquierdista de derechos humanos Surgentes publicó un informe titulado «Giro a la derecha y represión a la izquierda. Violaciones a los derechos humanos en el campo popular venezolano (2015-2020)» en el que se detallan las recientes políticas económicas de Maduro y la represión de trabajadores, campesinos y sectores de la izquierda. Menciona, por ejemplo, el caso de la web aporrea.org, durante años un espacio de debate de la izquierda, que ha sido en gran parte bloqueada desde 2019 por la agencia estatal de comunicación CANTV; el cierre en 2020 de la emisora de radio comunitaria Jirahara en Yaracuy; el desalojo en 2020 del complejo de las Residencias Estudiantiles Livia Gouverneur en Caracas, que alojaban a estudiantes universitarios chavistas y la detención de dirigentes estudiantiles que se opusieron al desalojo; y la detención e intimidación de militantes de Alternativa Popular Revolucionaria, que agrupaba a partidos de izquierda que se identificaban como chavistas, pero se oponían a Maduro de cara a las elecciones parlamentarias de 2020.
La represión estatal, junto con los continuos efectos de la crisis económica, es una de las principales razones por las que las perspectivas inmediatas de la izquierda son desalentadoras. Sin embargo, también a este respecto hay al menos algunas razones para un optimismo cauteloso. Una de ellas es que, a pesar de su carácter represivo, el Estado venezolano sigue respondiendo en cierta medida a la presión desde abajo. Por ejemplo, durante el pasado verano los trabajadores de la educación pública se movilizaron repetidamente contra la decisión del gobierno de pagar su bono anual a plazos y calcularlo con una fórmula que habría resultado en un pago mucho menor. En agosto, el gobierno accedió a sus demandas. También hay que señalar que sigue existiendo una corriente de izquierda dentro del partido gobernante, el PSUV, que ha continuado presionando a los líderes del partido a pesar de los tremendos obstáculos. Maduro ha utilizado durante mucho tiempo el conflicto con la oposición y con Estados Unidos para desviar las críticas de la izquierda, presentándola como coadyuvante del enemigo. En la medida en que continúe el deshielo de las tensiones durante el próximo año, debería haber más espacio para la disidencia de izquierda.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/sidecar/matar-tigres-venezuela
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