A unos días para las elecciones intermedias en Estados Unidos, crecen las preocupaciones por el aumento de la violencia política en el país norteamericano.
Durante la madrugada de 28 de octubre, Paul Pelosi, el esposo de la presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU., Nancy Pelosi, fue atacado con un martillo por un hombre, identificado como David Depape, que ingresó a la casa de la pareja en San Francisco.
El ataque se produjo diez días antes de las elecciones de medio mandato. Los políticos y los trabajadores electorales informaron de un aumento en los mensajes de amenazas e intimidación.
Este clima es resultado, sobre todo, de la negativa del expresidente de EE.UU. Donald Trump de reconocer su derrota en las elecciones presidenciales de 2020, lo que resultó en el ataque al Capitolio por parte de sus partidarios el 6 de enero de 2021.
La semana pasada, el exmandatario republicano instó a los votantes en Texas a no confiar en las encuestas, llamando a Pelosi “loca” y advirtiendo que el presidente Joe Biden y los “lunáticos” de extrema izquierda están librando una guerra en Texas.
“Biden y sus simpatizantes de izquierda están convirtiendo a Estados Unidos en un estado policial”, afirmó Trump, repitiendo su afirmación infundada de que los sucesos del “6 de enero fueron causados debido a una elección fraudulenta y robada”.
Las amenazas de violencia política se han multiplicado por diez en los cinco años transcurridos desde la elección de Trump. La Policía del Capitolio estadounidense investigó el año pasado cerca de 10 000 amenazas contra legisladores del Congreso.
En algunos estados, como Michigan, el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) desmanteló un complot para secuestrar a la demócrata Gretchen Whitmer, orquestado por un grupo de 13 hombres armados con pretensiones de allanar la sede estatal del poder legislativo por su negativa a las restricciones contra la pandemia de COVID-19.
“No me sorprendería que mataran a un senador o un miembro de la Cámara”, dijo al Times la senadora republicana Susan Collins. “Lo que comenzó con llamadas telefónicas abusivas ahora se está traduciendo en amenazas activas de violencia y violencia real”, agregó.
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