Por: Ociel Alí López
Cuando aún faltan al menos dos años para las elecciones presidenciales en Venezuela –que según mandato constitucional deben realizarse en 2024, habitualmente en diciembre–, las aguas electorales lucen muy agitadas para la larga espera.
Al menos es lo que ha venido ocurriendo los últimos días, tanto en el espectro opositor como en las filas del gobierno.
La opositora Plataforma Unitaria ha realizado un conjunto de pasos para ir configurando lo que será su objetivo principal de los próximos meses: organizar unas primarias para escoger un candidato unitario.
El domingo pasado dio a conocer un documento que fungirá como reglamento para la organización de las elecciones internas.
"La Plataforma Unitaria Democrática se dirige al país para informar que, luego de una amplia consulta con sectores políticos y de la sociedad civil, ha culminado con éxito la etapa de la aprobación del reglamento marco para la primaria presidencial", reza el texto.
La posibilidad de un adelanto electoral es un dolor de cabeza para la oposición, ya que todavía no logra consenso sobre temas clave, que pueden resumirse en si aceptan entrar de manera definitiva en el marco institucional o vuelven al terreno insurreccional y abstencionista.
Con esta acción avanzan hacia su objetivo, pero aún quedan muchas disputas internas por resolver y que pueden impulsar la división tajante. Algunos de estos puntos de abierto desencuentro son el probable apoyo técnico y organizativo del Consejo Nacional Electoral (CNE) para la realización de las primarias, la aceptación o no en la contienda de los líderes inhabilitados, el voto de los migrantes en el exterior y el reconocimiento público y fáctico del poder legal vigente. Nada de eso queda resulto en el reglamento publicado.
Horas antes, en un acto del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el presidente Nicolás Maduro batió los tambores de disputa electoral: "Elecciones en el 2024 o antes (…) Lo cierto es que nosotros estamos preparados para que cuando haya elecciones salir a una gran victoria popular", afirmó.
Con esta declaración abrió la posibilidad de un adelanto electoral, lo que paradójicamente es un dolor de cabeza para la oposición, que todavía no logra consenso sobre los temas clave arriba mencionados y que pueden resumirse en si aceptan entrar de manera definitiva en el marco institucional existente o vuelven al terreno insurreccional y, por ende, abstencionista.
La oposición ante una encrucijada
El documento de la oposición pone fecha del 15 de octubre cuando termine el lapso para las postulaciones de miembros que quieran ser parte de la denominada 'Comisión Nacional de la Primaria', encargada de organizar los comicios.
La configuración de dicha comisión será clave para develar la real correlación de fuerzas entre el sector rupturista, que aún desconoce discursivamente a la institucionalidad, y otros sectores más moderados y pragmáticos que se están ateniendo a las condiciones realmente existentes.
Una división en la oposición puede entorpecer su participación debido al poder mediático y financiero del 'ala dura', que podría vetar el proceso y volver a las aguas abstencionistas, esperando quizá la vuelta de Trump, que siempre aviva los vientos intervencionistas.
Es decir, maximalistas, rupturistas y prointervencionistas contra moderados, pragmáticos y socialdemócratas. Son las dos grandes corrientes que se abren a lo interno de la oposición y cuya división puede entorpecer su participación debido al poder mediático y financiero del 'ala dura', que podría vetar el proceso y volver a las aguas abstencionistas, esperando quizá la vuelta del ahora expresidente de EE.UU, Donald Trump, que siempre aviva los vientos intervencionistas.
Maduro y el adelanto de elecciones
El chavismo, por su parte, se nota cada vez más unificado en torno a la figura de Nicolás Maduro, quien parece ser el único contendiente con aspiraciones de la tolda, en su caso por un tercer mandato. La maquinaria electoral de su partido ha demostrado tener un piso sólido y salir airosa ante cada evento. Pero la división opositora sigue siendo su principal aliado y, por ello, la sola mención de la anticipación de las presidenciales agita las mareas entre los bandos en la pugna interna opositora.
Ya en las presidenciales de 2018, el anuncio de su realización antes de lo previsto tomó por sorpresa a la oposición, a la que no le quedaba mucho tiempo para resolver los problemas internos complejos y lograr una unidad de criterios. En aquella ocasión, casi en pleno, los actores opositores decidieron llamar al abstencionismo y a la deslegitimación del evento electoral. Una de las justificaciones para ello fue el 'adelanto electoral' que había llevado a cabo el CNE. Decimos que dicho reclamo es, cuando menos, paradójico porque se sobreentiende que la oposición estaría esperando un desenlace electoral. Sin embargo, ha sido muy esquiva para emprenderlo, y todavía sus fuerzas no están del todo alineadas para ello.
La intención del presidente es exasperar a la oposición y tensionar sus conflictos internos con el fin de obligarla a tomar decisiones de manera acelerada y que la presión impida la escogencia de un candidato único, especialmente cuando ya hay una evidente ruptura pública sobre los medios y las formas políticas a utilizar.
Pero, además, la mención de realizar el evento antes de lo establecido abre el escenario electoral como espacio privilegiado para lograr un marco de normalización en el país, aceptado por todos los bandos que participen, y superar así el episodio de la mesa de negociaciones que se estuvo realizando en México.
El giro opositor: cambiar la estrategia después de la derrota
A diferencia de aquel 2018, hoy todas las facciones, incluyendo las más radicales, ya tienen un precandidato y han demostrado su intención de asistir al evento electoral.
La conformación de la 'Comisión Nacional de la Primaria' permitirá develar la real correlación de fuerzas internas y si se van a decantar por pasar la página del rupturismo crónico. Una verdadera encrucijada que deberán sortear las próximas semanas.
Sin embargo, el problema interno es más complejo. Buena cantidad de los líderes que participarían en la contienda interna están inhabilitados por la Contraloría General de la República. Así mismo, varios partidos están intervenidos por el Tribunal Supremo de Justicia, por lo cual hay una multiplicación de fracciones a las que le costará mucho más ponerse de acuerdo.
Por ello, la 'Comisión Nacional de la Primaria' tendrá que terminar de ajustar a las oposiciones bajo un orden jurídico que termine reconociendo y decidir qué hace con la pesada carga del interinato.
Su conformación permitirá develar la real correlación de fuerzas internas y si se van a decantar por pasar la página del rupturismo crónico que les mantuvo alejados de las lides electorales. Una verdadera encrucijada que deberán sortear las próximas semanas.
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