La guerra desatada por el ejército ruso en Ucrania no comenzó el 24 de febrero de 2002 sino que se prolonga desde 2014, después de que Rusia anexara Crimea y luego invadiera el Dombás.
15.000 muertes que no se deben ignorar. La larga guerra de baja intensidad que siguió ha cambiado en gran medida la opinión de la población ucraniana.
La llamada «operación especial» no logró sus objetivos. Putin y sus generales esperaban una victoria relámpago y el establecimiento de un régimen a sus órdenes. Siete meses después, no lo ha conseguido. Ciudades y pueblos han sido destruidos; los muertos se cuentan por decenas de miles en ambos bandos; la población ucraniana de habla rusa, que el ejército ruso dice «salvar», es el blanco diario de sus cañones; pero Ucrania no está bajo el control del régimen ruso.
La Resistencia Popular ha contribuido en gran medida a esta situación. En el frente, participando en la defensa armada, hay muchos sindicalistas, activistas asociativos y políticos, que abarcan toda la «izquierda ucraniana». Otros participan en la Resistencia desarmada, a través del apoyo financiero y material, la ayuda a los refugiados, los vínculos internacionalistas. Los grupos feministas son muy activos. Por todo ello, no se trata de dar un cheque en blanco al gobierno de Zelensky, al que se oponían antes de la invasión rusa; tanto más cuanto que éste ha reforzado su política antisocial.
Las recientes reacciones a la movilización parcial en Rusia nos recuerdan que parte de la solución está también en ese país, con los que rechazan los diktats del régimen. Esto hace que sea aún más importante apoyar a todos los que se oponen al mismo.
Con respecto al tema de la OTAN: si adoptamos una perspectiva a largo plazo y observamos las últimas tres décadas, la ampliación de la OTAN es, por supuesto, un factor estructurante en la escena geopolítica de esta región del mundo. Y muchos de los que hoy quieren equiparar a Rusia y a la OTAN en las responsabilidades de esta guerra apenas se manifestaron en aquel momento por el desarme, por el cese de la venta de armas, por la reconversión de las industrias bélicas, etc… Sin retomar las acciones para exigir la disolución de la OTAN y del Pacto de Varsovia.
Si nos centramos en la dinámica de la última década, resulta marginal para entender el conflicto ruso-ucraniano, ya que lo que está ocurriendo hoy no es una escena inaugural sino una nueva fase. La OTAN era, al menos desde 2008, una cuestión marginal y estaba claro para todos, incluido el gobierno ruso, que Ucrania no iba a unirse a esta alianza. De hecho, el presidente ruso dejó rápidamente de hablar de la OTAN y centró todos sus esfuerzos en la naturaleza «artificial» de la nación ucraniana. Está claro que uno de los efectos de esta guerra ha sido el fortalecimiento de la OTAN. Finlandia y Suecia se unieron a esta alianza, pero Putin está desmantelando puestos militares cerca de la frontera finlandesa para enviar tropas y equipos a Ucrania, cuya perspectiva de ingreso en la OTAN acaba de ser rechazada por enésima vez. Alguien que se sienta amenazado por la OTAN no se comporta de esta manera. Por último, no es la OTAN la que amenaza con utilizar armas nucleares contra Ucrania.
Al pronunciarse contra el neocolonialismo occidental, Putin aboga por el colonialismo clásico, con la distribución de las zonas de influencia entre los imperios y la fuerza bruta, antes que las artimañas ideológicas y las cooptaciones económicas, como herramienta preferida de gobernanza. Una guerra colonial exitosa estimulará a otras fuerzas imperialistas a hacer lo mismo en el mundo entero.
Debatir para construir la unidad de acción
Ya van ocho meses que una parte de Europa está en guerra… Era natural que Cerises la Coopérative intentara caracterizar con la mayor precisión posible la naturaleza de la guerra en Ucrania que comenzó el 24 de febrero con la agresión rusa.
Pero también se trata, para Cerises, de formar parte de los esfuerzos para construir un proceso destinado a poner fin al conflicto. Esto implica escuchar los desacuerdos, trabajar sobre ellos y construir así la base de la necesaria unidad de acción.
Por ello, el equipo editorial ha tomado la iniciativa de organizar un intercambio entre exponentes conocidos tanto por su compromiso como por el rigor intelectual que caracteriza su trabajo.
Si hay una pregunta a la que el debate organizado por Cerises no dará respuesta, es la siguiente: ¿cuántos hombres, mujeres y niños han perdido ya la vida en esta guerra que ya lleva casi siete meses? Siempre, en tiempos de guerra, los números son estratégicos…
Cerises abre el debate en un momento en que surgen nuevos elementos del conflicto. Así, a partir del sabotaje que provocó las fugas del gasoducto Nord Stream, Rusia exigió y obtuvo una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, denunciando un «acto terrorista» y señalando a Estados Unidos sin nombrarlo. Ese mismo día, el gobierno ruso organizó un mitin de varios miles de partidarios, en el que les dio la bienvenida a los habitantes de los territorios ucranianos anexionados, diciendo que habían «regresado a su patria histórica».
¿Se puede resumir esta guerra solamente a un conflicto ruso-ucraniano? ¿Se trata únicamente de una expresión del deseo de Rusia de recuperar sus fronteras soviéticas mediante el desmantelamiento parcial del Estado ucraniano nacido del derrumbe de la URSS, o es la obra y el signo del carácter imperialista del Estado ruso?
¿Es acaso un signo de un conflicto interimperialista? ¿De un conflicto interimperialista entre todas las fuerzas de la OTAN -que, cabe recordar, están bajo la dirección de Estados Unidos- y Rusia?
¿Son ciertas estas dos visiones juntas? ¿O bien, una de ellos sobredetermina a la otra?
La crudeza de estas preguntas no implica que no nos planteemos preguntas, ¡es más, nos invita a hacerlo! – aquí y ahora: ¿Qué posición y qué política debe adoptar la izquierda francesa ante esta guerra?
¿Las fuerzas de la izquierda europea miran hacia otro lado, confiando en las iniciativas gubernamentales de ayuda militar a Ucrania, sin esforzarse en aclarar la situación, ni siquiera en el debate sobre su complejidad? ¿O es que las fuerzas de la izquierda tienen que dejar de ser útiles al discurso dominante? ¿Deben construir su propia interpretación, aunque sea plural, y ponerse así en marcha para que la catástrofe retroceda?
Por último, preguntarse quién empezó esta guerra, cuál es su naturaleza, implica pensar en su desenlace. ¿El pacifismo es una vieja moda? Cuando la guerra empieza, ¿debemos esperar -un poco- para pensar en lo que sucederá? O, por el contrario, al establecer en el debate, evidentemente contradictorio, las condiciones mínimas para detener la matanza, ¿no estamos trabajando para que el calendario de la paz resulte más cercano?
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Ucrania / ¿Análisis irreconciliables?
¿Para ustedes, cuál es la naturaleza de la guerra en Ucrania y de la agresión rusa? ¿Se puede reducir a un conflicto interimperialista? ¿Cuáles son los vínculos o las consecuencias de esta guerra en la crisis del capitalismo globalizado?
Alain Bihr *
Yannis Thanassekos y yo hemos defendido tres tesis [1] que se articulan.
La primera es que esta guerra es, ante todo, responsabilidad de Rusia y del régimen ruso, que se reduce a veces a su dirigente Putin, pero que no puede, en nuestra opinión, entenderse únicamente como un conflicto entre el poder imperialista ruso -pues existe, en efecto, un imperialismo ruso, que pretende reconstituir el espacio de la antigua URSS e incluso el espacio del antiguo Imperio zarista- y, por otra parte, el joven Estado-nación ucraniano, nacido de la desintegración de la URSS.
Esta es una dimensión del conflicto, pero que tiende a ocultar otra. Hay, incluido en este conflicto, otro conflicto de otra magnitud, un conflicto interimperialista, que opone al conjunto del bloque occidental, hegemonizado por Estados Unidos, a través de la OTAN y Rusia, y este conflicto tiene su origen en la continua expansión de la OTAN durante las dos últimas décadas en Europa Central y Oriental y el ascenso del poder de Rusia.
Y la tercera tesis que sostenemos es que, de estos dos conflictos, uno sobredetermina al otro. Sin el segundo conflicto, el primero no habría llegado a la guerra. La continuación de la guerra, como vemos de nuevo en estos días, está alimentada en gran medida por el conflicto interimperialista, es decir, la forma en que las potencias occidentales -lideradas por Estados Unidos- apoyan a Ucrania contra la nación rusa.
Bernard Dréano *
No comparto en absoluto ese equilibrio de las cosas.
Este conflicto es ante todo un conflicto de agresión imperialista de Rusia contra Ucrania, que no comenzó el 24 de febrero de 2022, y que tiene como razón principal causas internas de Rusia, que viola totalmente los textos y tratados que la propia Rusia ha firmado. En todo conflicto hay intervención de las grandes potencias e imperialismos. Pero no es la OTAN la que arma a Ucrania, sino los estadounidenses, los franceses, los británicos, etc.
El principal problema es que, si se invierte el orden de los factores, se invierte el orden de las soluciones. Casi todas las guerras tienen causas internas y locales. Este conflicto es un conflicto regional. Para establecer una comparación, y por supuesto que esta comparación histórica tiene sus límites, pero las guerras de agresión ocurren a menudo. Un ejemplo típico es la agresión de Irak contra Irán, que es estrictamente una guerra de agresión. En ese momento, Irak contaba con el apoyo militar y las armas de Estados Unidos, Francia y la Unión Soviética, y era una guerra de agresión que tendría consecuencias catastróficas para Irak e Irán. Las grandes potencias intervienen, porque hay una guerra, pero no están detrás de ella.
¿De qué estamos hablando cuando se trata de la expansión de la OTAN? ¿Es un pedido de los gobiernos o de los pueblos de Europa Central? ¿O es una decisión tomada en algún momento por la OTAN o por el Pentágono en relación con una política construida y consolidada? Hasta qué punto puede esto sobredeterminar una respuesta de agresión, con un objetivo declarado: no se trata sólo de hacer retroceder a la OTAN, sino de destruir el Estado ucraniano, y destruir a Ucrania como nación. Esto tiene consecuencias sobre las repercusiones, ya que la guerra no puede detenerse -como en otras guerras de agresión, por ejemplo, la de Israel/Palestina- si los territorios ocupados siguen ocupados, y si los refugiados siguen estando expulsados. Se puede conseguir un alto el fuego, pero no la paz.
Alain Bihr
Históricamente, el proceso de expansión de la OTAN a Europa Central y Oriental comenzó en 1997 con una invitación a los países de Europa Central y Oriental para que presentaran su candidatura. Sin embargo, las normas de la OTAN estipulan que es un Estado el que debe presentar la solicitud, la que es luego examinada por los Estados miembros, que pueden aceptarla o rechazarla. Se requiere unanimidad para su aceptación.
En este punto, se alzan voces discrepantes del lado de Estados Unidos, para advertir a todos los gobiernos occidentales que esto iniciaría necesariamente tensiones y que sólo podría provocar reacciones nacionalistas en Rusia. Son aspectos que los gobiernos de la época pasaron por alto e ignoraron, con las consecuencias que vimos después.
Bernard Dréano observa que la extensión de la OTAN termina en 2004, es decir, diez años antes del comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania, y 18 años antes de la intervención rusa en Ucrania.
Patrick Le Tréhondat
¿La agresión de Rusia contra Ucrania se basa únicamente en la cuestión de la OTAN, o Rusia tiene una concepción particular, que es de hecho la de borrar a Ucrania como tal, la negación de su cultura, de su lengua, una concepción heredada tanto del chovinismo gran ruso como del estalinismo?
Los ideólogos del Kremlin mantienen un discurso que, por supuesto, alerta sobre la cuestión de la OTAN, pero que ante todo plantea el estatuto de Ucrania como nación independiente.
Si nos saltamos esta etapa, llegamos inmediatamente al conflicto interimperialista, evacuamos el hecho de que la guerra que Rusia libra contra Ucrania es ante todo una guerra colonial. Entonces, la cuestión de los juegos de los imperialistas, incluido el imperialismo estadounidense, se añade y se entremezcla en esta confrontación. Pero la guerra que libra el pueblo ucraniano es ante todo una lucha por la liberación nacional.
Makan Rafadjou
Me pregunto si las dos posiciones son realmente tan opuestas. La responsabilidad de Rusia en esta agresión es, por encima de todo, total. A nadie se le escapa que la OTAN, en mayor o menor medida, provocó intencionadamente la situación. Pero, ¿qué respuesta podemos dar a este tipo de provocación?
El carácter colonial de esta guerra tiene sus raíces en la realidad política de Rusia, desde el desmoronamiento de la Unión Soviética, y en el hecho de que las fuerzas progresistas han sido totalmente aniquiladas. Hoy en día, la gran mayoría de las fuerzas políticas rusas, incluido el Partido Comunista, mantienen posiciones totalmente nacionalistas, panrusas y paneslavas, que incluso van más allá de Stalin, son posiciones de la Rusia zarista.
Nos encontramos en una realidad interna en la que las desigualdades se disparan, tenemos una economía exangüe y totalmente gangrenada por la mafia de los oligarcas, y el poder ruso ni siquiera quiere responder a estas preguntas. El único mecanismo con el que cuentan es el de excitar el nacionalismo ruso, en detrimento de otros pueblos, en este caso el ucraniano. Encienden artificialmente el fuego, y éste es el único aglutinante que queda en Rusia.
-Conflicto entre dos imperialismos, carrera armamentística, Makan Rafadjou observa que esta oposición de los dos bloques, en la que Europa se alinea totalmente con la posición estadounidense, conduce también a un cisma entre el bloque occidental y el resto del mundo.
«Las posiciones en el mundo son mucho más matizadas. No vimos, en las votaciones de la ONU, un voto masivo contra las posiciones occidentales. No fue necesariamente un voto de no apoyo a Ucrania, pero fue principalmente un voto para no darle a Occidente un cheque en blanco».
Alain Bihr
Al menos estamos de acuerdo en dos puntos, lo que ya no es poco.
En primer lugar, es un conflicto que combina dos. Existe sin duda un conflicto específico ruso-ucraniano o ucraniano-ruso, que opone una potencia imperialista en el doble sentido del imperialismo precapitalista, el imperialismo de tipo romano y el imperialismo en sentido capitalista, y el joven Estado-nación ucraniano nacido de la desintegración de la URSS. Que este conflicto remonta a la historia es obvio. Actualmente es reactivado por toda una serie de razones. Y un conflicto diferente que enfrenta a Rusia con el bloque occidental hegemonizado por Estados Unidos. Ya es un punto importante que estemos de acuerdo en el hecho de que no podemos reducir el conflicto a uno u otro de esos dos conflictos. Lo que está en juego es la articulación de ambos conflictos.
Este es nuestro primer punto de acuerdo, y merece ser destacado.
El segundo punto (en el que estamos de acuerdo) es que según se haga hincapié en el conflicto ruso-ucraniano o en el conflicto ruso-OTAN, se tendrán lecturas completamente diferentes.
Porque el discurso con el que tenemos que lidiar a gran escala niega por completo la dualidad del conflicto actual y enfatiza unilateralmente el carácter ruso-ucraniano del mismo. El hecho de que la izquierda haya caído en gran medida en la trampa de este discurso nos parece que tiene consecuencias potencialmente muy graves para ella…
***
¿Está la izquierda a la altura de las circunstancias?
Para clarificar sus respuestas, ¿pueden indicar qué posición y política debería adoptar la izquierda ante esta guerra?
Alain Lacombe
Creo que hay mucho que decir sobre la oportunidad, para el imperialismo occidental, de recuperar la iniciativa. Digamos que eso permite una contraofensiva del imperialismo estadounidense.
Patrick Le Tréhondat
¡Durante la guerra, la lucha de clases no terminó! … En estos momentos hay enfrentamientos sociales en Ucrania. Esta es una dimensión extremadamente importante porque plantea la cuestión de qué Ucrania después de la guerra.
Bernard Dréano
Si tomamos la escala mundial, la posición mayoritaria de las fuerzas que se declaran progresistas es la de criticar a Estados Unidos.
La segunda posición que vemos en la izquierda, que es mayoritaria en Europa, es intentar hablar de otra cosa, es decir, no hacer nada… Es la posición del Partido Comunista, de los Verdes, de France Insoumise. La posición que debería adoptar la izquierda, aparte de que en mi opinión debería ser la de apoyar la resistencia armada y desarmada del pueblo ucraniano, es la de apoyar a la izquierda ucraniana.
Pero el silencio absoluto de las izquierdas europeas sobre lo que ocurre en Ucrania, por ejemplo, en relación con las leyes antisociales, es bastante impresionante, e incluso se niegan a oírlo.
Por otro lado, como no saben qué decir, dicen «pues sí, habrá que disolver la OTAN». Por supuesto, ¡la OTAN tendrá que disolverse! Pero ese no es el tema inmediato.
Alain Bihr
Lo que la izquierda debe hacer es, en primer lugar, no sumarse a un discurso dominante, que hace hincapié unilateralmente -exclusivamente- en el conflicto entre Rusia y Ucrania, silenciando, minimizando el conflicto en su dimensión interimperialista, … esto constituye, en nuestra opinión, un verdadero suicidio político e ideológico que priva a la izquierda anticapitalista de toda autonomía con respecto a la política imperialista occidental, y a su director de orquesta. Detrás del conflicto (…) está presente el riesgo de un enfrentamiento directo entre Occidente, la OTAN y Rusia, que podría conducir a lo que todo el mundo sabe: un apocalipsis nuclear.
Ha habido manifestaciones recientes en la República Checa, Alemania, el Reino Unido, etc., y este descontento popular seguirá creciendo…
Si no queremos que la extrema derecha nacionalista capitalice este descontento popular en su propio beneficio, es hora de que la izquierda salga del silencio y tome iniciativas que apunten en esa dirección.
Bernard Dréano
¿Qué significa: «la izquierda debe movilizarse» para hacer qué? ¿Decir «dejemos de armar a los ucranianos así, los rusos van a ganar»?
¿Dónde ha visto usted, siquiera por un segundo, que las fuerzas de izquierda están apoyando a la izquierda en la región? No están haciendo nada.
Alain Lacombe
¿Y justamente, no habría que tomar iniciativas para tratar de superar esas divisiones?
Sylvie Larue
Puedo entender que se diga que debemos ayudar a la resistencia ucraniana y, en particular, que podamos mantener esta posición de entrega de armas a los ucranianos. Al mismo tiempo es contradictorio, es una oportunidad para que las fuerzas de la OTAN reanuden la carrera armamentística.
¿Cómo manejamos esta contradicción?
Para mí, no hay ninguna salida diplomática si no se crea una relación de fuerzas a nivel de la movilización popular. Y en lo que tiene que ver con la movilización popular…
Estoy de acuerdo con lo que dice Bernard: la izquierda está completamente ausente y no trabaja a favor de las movilizaciones populares, que establezcan el vínculo entre la guerra en Ucrania, la crisis energética, la inflación…
Catherine Destom-Bottin
Las fuerzas de izquierda ni siquiera utilizan la palabra paz. Tenemos que discutirlo con la población. No podemos imaginar una juventud que no sueñe con la paz.
Debemos, imperativamente, incluir la paz en el debate. Quiero ser una saboteadora de los asesinos, poniendo la paz en el debate. Debemos decir la palabra PAZ. Debemos ampliar la brecha entre los dos imperialismos y los pueblos que son víctimas. Quiero vivir con la vergüenza de ser un pacifista. Llamar a la paz, golpea a los dos beligerantes, a los dos imperialismos que se enfrentan y eso le hace bien a la paz.
Patrick Le Tréhondat *
¿En relación con la cuestión de la izquierda? Mi primer paso es escuchar a la izquierda ucraniana. Está el pueblo ucraniano y también la izquierda ucraniana y hay que escuchar lo que dicen, y a partir de ahí podemos formar nuestra propia opinión. Lo que veo en Ucrania es una gran cantidad de militantes experimentados, anticapitalistas, libertarios, sindicalistas, muchos de ellos están en el frente.
Están luchando, por la integridad territorial, pero también están en la perspectiva de la transformación de la sociedad ucraniana al final de esta guerra
Bernard Dréano
Le señalaba a unos amigos pacifistas alemanes que había un problema mucho mayor que en Francia. Alemania es ahora el cuarto o quinto vendedor de armas del mundo. En 2021, les vendió tres o cuatro veces más armas a las petromonarquías que las que les entrega a los ucranianos. Hoy la mayoría de los cañones franceses Caesar no están en manos de los ucranianos para defenderse, sino en las manos de Arabia Saudita y de los Emiratos Árabes Unidos.
La segunda pregunta es: ¿cómo podemos imaginar la paz en la región ucraniana? … La paz implica la evacuación de los territorios ocupados y el retorno de los refugiados, es una condición absoluta e inevitable y no habrá paz, habrá alto el fuego sin duda, pero no habrá paz sin la evacuación de los territorios ocupados y el retorno de los refugiados. … Estoy totalmente de acuerdo en que debemos poner la paz en el orden del día, pero debemos saber en el contexto preciso de esta guerra cuáles son los medios de paz y luego debemos poner nuestra propia casa en orden porque los F-35 o los aviones rafales no se los damos a los ucranianos, sino que, por el contrario, se los damos a los verdaderos belicistas.
Patrick Le Tréhondat
Por mi parte, añado que hay 36 cañones Caesar que acaban de ser vendidos a Marruecos y que, en mi opinión, podrían ser utilizados incluso contra Argelia.
Makan Rafadjou
Me parece que esta cuestión de la guerra no estuvo ausente por nada durante la campaña electoral. No en vano hoy estamos en esta postura que o se reduce al antiimperialismo americano o bien la izquierda la esquiva porque a grandes rasgos hoy, la coalición de izquierdas, la NUPES [coalición entre la France Insoumise de Mélenchon, Partido Socialista y EELV, ecologistas], oculta las cuestiones internacionales, y la postura es básicamente que la NUPES se construyó sobre una posición de ruptura sobre otras cuestiones. Al poner las cuestiones geopolíticas, las cuestiones internacionales, debajo de la alfombra, las consecuencias de esta guerra nos van a caer encima, aunque no acabe en una conflagración nuclear entre Occidente y Rusia.
* Christian Mahieux, miembro de la Union Syndicale Solidaires, de la Red Sindical International de Solidaridad y de Luchas, de Cahiers Les Utopiques y del equipo de Cérises, la coopérative.
* Alain Bihr, profesor emérito de sociología. Es autor de alrededor de veinte ensayos e investigaciones, varios de los cuales fueron traducidos en otros idiomas. Publicó, sobre todo, La préhistoire du capital (Page 2, 2006), La logique méconnue du “Capital” (Page 2, 2010), Les rapports sociaux de classes (Page 2, 2012), La novlangue néolibérale, (Page 2 / Syllepse, 2017), además de Le premier âge du capitalisme, 1415-1763 (3 tomos), (Page
* Bernard Dréano, miembro del Centro de Estudios y de Iniciativas de Solidaridad Internacional CEDETIM/IPAM.
* Patrick Le Tréhondat, Makan Rafadjou, Sylvie Larue, Alain Lacombe, Catherine Destom-Bottin, miembros del equipo editorial de Cérises, la coopérative.
Notas
1) La guerre en Ukraine, le récit dominant et la gauche anti-impérialiste et La guerre en Ukraine et la gauche anti-impérialiste. Une anti critique.
2) Syllepse, 2020 [Ver la entrevista a Alain Bihr “La mundialización permitió que naciese el capitalismo” en https://correspondenciadeprensa.com/?p=5837 y el artículo de Guillaume Fondue, “El papel del Estado en la génesis del capitalismo en Europa. https://correspondenciadeprensa.com/?p=7868)
Fuente: https://ceriseslacooperative.info/2022/10/06/quelques-elements-a-propos-de-la-guerre-en-ukraine/
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